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Eremitorio de Valdivia de Paine

Hermanos Menores Capuchinos, Chile

 

  

capilla del eremitorio capuchino de Valdivia de Paine

 

Eremitorio es un lugar de aislamiento o retiro: desierto,  para encontrarse a solas con Dios y sólo consigo mismo, sin la preocupación o dispersión del yo en los asuntos de este mundo. El objeto de la vida "eremítica" es la vida espiritual y contemplativa. A través de los siglos ha sido estimada como más perfectamente “monástica” = negadora del mundo. Es la primera forma de vida religiosa que se constituyó en la Iglesia, al comienzo del cristianismo, como estado de perfección. Los eremitas fueron también llamados ‘anacoretas’, del griego: anakoretes = me retiro, aparto, aíslo.

 

Realidad actual del eremitorio

Desde el año 2000 viven dos hermanos en el Eremitorio, pero no a tiempo completo, puesto que uno de ellos pasa la mitad de la semana en Santiago. El objetivo de esta casa es el cultivo de la vida de oración y la promoción de ésta, especialmente en hermanos de la provincia capuchina, que se retiren ocasionalmente algunos días allí. También reciben los hermanos visitas seleccionadas de religiosos o seglares conocidos o recomendados.

Conforme el objeto de esta casa, el eremitorio está ubicado en un lugar netamente campestre, caracterizado por el cultivo de las naranjas, pomelos, paltas y todo tipo de chacarería. Se sitúa y encarama en la falda de unos cerros de regular altura (que se puede escalar en algunas horas), al otro lado de los cuales está la laguna de Aculeo.  A cien metros delante de la casa corre el río Angostura de Paine, de unos ochenta metros de anchura y que solo es posible vadear en bote o a través del puente ubicado a 3 Km., contiguo al pueblo de Valdivia de Paine. Se ubica a unos 60 kilómetros al sur oeste de Santiago, la capital, y se puede recorrer esa distancia en micros que corren cada 30 minutos o poco más, demorando el viaje cerca de hora y media.

El medio de comunicación conque se puede contactar actualmente a los hermanos es el teléfono del convento de Santiago, de lunes a jueves, con el hno. Ignacio Bergera, que permanece aquí todas las semanas esos días. Tel 2 - 6993818. El otro capuchino que integra la fraternidad del eremitorio es el hno. Benito Villarroel.

 

  

  

 

 

Orígenes y raíces

Con el concilio Vaticano II entraron aires nuevos en la Iglesia y en la vida religiosa. El Espíritu Santo sopló fuertemente y suscitó nuevas formas de vida religiosa y consagrada.

En Chile, en 1968, poco después de concluido el Concilio, el Centro franciscano CEFEPAL trató de promover algunas formas nuevas de vida franciscana. Se pensó principalmente en tres de ellas: fraternidad de presencia, hermanos itinerantes y casa de oración. Las tres formas se realizarían con religiosos franciscanos menores y capuchinos conjuntamente, debido al poco número de miembros de ambas familias. Poco después se hicieron dichas experiencias y cada una tiene su historia.

La referente a la casa de oración la inició el hno. Antonio Salas OFMcap cerca de la cordillera de los Andes, en un lugar llamado Alvernia, que poseía la provincia de la santísima Trinidad OFM no lejos del pueblo de "San Francisco de Mostazal". Surgieron algunas dificultades que obligaron a elegir otro lugar. Este fue la Iglesia y casa cural del pueblo de "El Tambo", situado a cinco kilómetros de Vicuña, dónde vivieron el hno. Antonio Salas y el P. Ignacio Díaz de Cerio, ambos capuchinos. Tampoco allí prosperó la iniciativa, retirándose ambos antes de un año.

Finalmente, el año 1976 el P. Juan de Salinas inició nuevamente esta experiencia en el lugar actual "Rinconada del Alamo" vecino al pueblo de Valdivia de Paine, Región Metropolitana.

Esta vez la inspiración y motivación la tomaron los dos hermanos ex-provinciales Javier Mc. Mahon y Juan de Salinas al concluir su servicio en las provincias franciscana y capuchina respectivamente. Ambos diagnosticaron que en los hermanos y en las fraternidades locales había una notoria falta de oración. Y decidieron recurrir a la creación de un eremitorio común, ínter - obediencial; estructura tradicional pero que había caído en desuso, en la historia de nuestra espiritualidad franciscana.

De hecho se encargó el hno. Juan de Salinas de llevar a cabo la iniciativa, el hno. Javier nunca tuvo oportunidad de integrar la fraternidad del eremitorio por ser necesario en otros servicios en la Orden (Roma y su provincia de Chile).

 

  

hno. Juan de Salinas en la galería del eremitorio

 

Escribe el hno. Juan en sus crónicas: "Después de ver muchísimos lugares elegimos providencialmente este lugar, Valdivia de Paine. Había allí una casita de inquilinos. Era un asentamiento de la CORA, con tres dormitorios, una cocinita y baño externo. Se nos autorizó para ocuparla por un tiempo hasta la parcelación. En ella me instalé con un joven aspirante a la Orden el día 10 de junio de 1976. Recién el 14 de julio de 1978 acordó el consejo supremo de CORA ceder la casa a las Ordenes franciscana y capuchina".

En la reunión de superiores mayores realizada a fines de 1978 en CEFEPAL se decidió crear en forma definitiva el EREMITORIO FRANCISCANO - CAPUCHINO en Chile, en el lugar ya elegido en Valdivia de Paine y experimentado durante tres años. Se acordó también ampliar la casita adaptándola a los fines del eremitorio, según los planos diseñados por el hermano Félix de la misión de Araucanía y aprobados por los ministros provinciales Manuel Sánchez y Rigoberto Iturriaga, siendo él mismo quién ejecutara la obra (ayudado por el hno. Oscar Castillo). Se expresó el deseo de realizar un serio esfuerzo por conseguir un par de hermanos que convivieran con el P. Juan.

 

 

Etapas y Hermanos que integraron las fraternidades

 

·  1976 - 1981  : hno. Juan de Salinas

·  1982 - l983   : hnos. Juan y Marcelino Garrués

·  1984 -1987   : hnos. Juan, Marcelino y Jorge Danielián

·  1988              : hnos. Juan, Marcelino y Sergio Hernández

·  1989 -1991   : hno. Marcelino Garrués, solo

·  1992 -1996   : hnos. Benito Villarroel, Juan Janssen, Jorge D y Sergio López

·  1997 -1998   : hnos. Sergio Hernández, Sergio López. y Jorge Danielián

·  1999             : hnos. Sergio Hernández, Sergio López. e Ignacio Bergera

·  2000             : hnos. Sergio Hernández, Ignacio Bergera y hno. de Alemania

·  2001             : hnos. Benito Villarroel e Ignacio Bergera

 

Primera fraternidad de capuchinos

El hno. Juan de Salinas fue acompañado ocasionalmente en sus primeros años de experiencia, por muchos hermanos y grupos de hermanos franciscanos y capuchinos en plan de experiencia formativa, a veces prolongada: semanas, meses y hasta alguno un año. Hasta que llegó Marcelino y luego Jorge y conformamos la primera fraternidad de hermanos capuchinos. Llevábamos una vida muy sencilla y espontánea: el P. Juan atendiendo pastoralmente los domingos el pueblo, en apoyo del párroco de Maipo; Jorge predicando retiros y participando en asambleas de la ALAC; y el hno. Marcelino siempre ocupado en sus construcciones rústicas y "eternas" de carpintería. Hasta nos dimos el lujo de tener una tarde de formación permanente a la semana, leyendo y comentando algún documento eclesial. Los huéspedes más habituales seguían siendo nuestros formandos capuchinos y franciscanos.

 

Eremitorio casi abandonado

Entre los años 1989-1991, por enfermedad y operación del hno. Juan quedó solo Marcelino con el apoyo y cercanía de los postulantes y su formador el hno. Teófilo Lizarrondo. Siguieron llegando huéspedes franciscanos y capuchinos, que quedaban admirados por la acogida, sencillez y testimonio de Marcelino.

Por estos años se logró el progreso de la luz eléctrica: en un primer momento en base a baterías (1987), y luego la instalación de la línea eléctrica en todo el sector a través de la Junta de vecinos, cuya inauguración y bendición estuvo a cargo del Hno. Teófilo Lizarrondo.

 

Restablecimiento de la fraternidad del eremitorio

En los años 1992-1996 se restableció una fraternidad estable en el eremitorio, con los hermanos Benito Villarroel, Juan Janssens y Jorge Danielián.

En esta etapa se vio particularmente la necesidad urgente de mejorar la casa muy deteriorada en el piso de la cocina - comedor, y en el techo de la galería. Además se instaló un cálefon, una estufa a leña de combustión lenta, y otra a gas para la capilla.

 

 

galería norte, entrada al eremitorio, como se ve hoy día

 

En continuos informes al capítulo provincial y asambleas repetíamos siempre y como fruto de una rápida evaluación tratando de dar una imagen real de la fraternidad: "que éramos tres hermanos mayores, distintos, maduros y espirituales, viviendo con un gran respeto personal, con algunos roces periódicos necesarios, con serio empeño en la oración personal y fraterna, y con un mínimo de estructura fraterna que, a pesar de los buenos propósitos reiterados, no pudimos mejorar mucho la situación.

Los tres hermanos alternábamos la vida interna con algunos servicios de atención a las Capuchinas (Juan J.) y la predicación de retiros (Benito y Jorge) y algo de pastoral en el pueblo en apoyo del diácono sin la suficiente moderación. La llegada de huéspedes fue bastante intensa, ampliando aun más el eremitorio a todo el Pueblo de Dios: religiosas, laicos/as, parejas, etc.

Juan Janssen retornó a Holanda por motivos de enfermedad y otros, agregándose entonces a los dos que quedábamos el hno. Sergio López.

En este trienio vivimos el mismo clima espiritual de oración, de vida fraterna, de acogida y de grupos, con alguna tensión frente al capitulo provincial y la posible reestructuración de la comunidad de hermanos. Durante varios meses nos acompañó como huésped habitual y como posible integrante de la futura comunidad el hno. Edilson, un ermitaño uruguayo.

 

cocina - comedor

 

Nueva fraternidad del eremitorio

Efectivamente, luego del capitulo provincial de 1996 la comunidad se reestructuró y quedó constituida por los hermanos Sergio I. Hernández, Sergio López y Jorge Danielián. Nos acompañó durante varios meses en 1997 el hermano Luis Alberto Cuevas; el año 1998 se integró por todo el año a la fraternidad el hno. David Villalobos, posnovicio, y salió de esta para radicarse en Pucón el hno. Jorge Danielián, quedando el eremitorio sin sacerdote gran parte del año. El año 1999 se integró a la fraternidad el hno. Ignacio Bergera, y permaneció uno o dos meses el hno. Guido Peña en plan de año sabático.

Mejoramos los momentos de oración y la oración misma sin llegar a la perfección de la creatividad: además de los momentos o espacios habituales de años anteriores, establecimos un momento prolongado de Adoración al Santísimo al mediodía; y la hora de Nona después de la siesta.

También mejoró, en cierta medida, la estructura de la vida fraterna: la Eucaristía y la Palabra alimentan la vida fraterna; los miércoles son días fraternos con distintos o diversos objetivos: formación permanente, recreación, capitulo y el último miércoles de cada mes, retiro espiritual o desierto.

También mejoró y notablemente el aspecto externo de los terrenos que rodean la casa y el cerro, continuando la plantación de árboles de adorno y de sombra, y conformando lugares de recogimiento y silencio en el cerro con leyendas alusivas y una gruta a la Virgen de Lourdes junto a una de las dos vertientes.

Con motivo de la muerte del P. Juan y en una celebración Eucarística en el pueblo, volvimos a recordar y a motivar al pueblo para que valore de una forma nueva el eremitorio y lo considere como un lugar de oración y de encuentro con Dios. Lo está comprendiendo de a poco, sobre todo un grupo de jóvenes que incluso participó en el último Camjocap. ¡Buen síntoma!

El primer año de esta fraternidad sirvió de experiencia para conocernos mejor, y para hacer un prolongado discernimiento descubriendo las características de nuestro Eremitorio - ya que el eremitorio franciscano es pluralista - teniendo en cuenta su historia, la realidad actual y los deseos de los hermanos. Fruto de este discernimiento es el "Proyecto comunitario del eremitorio El Alamo" 1997, que elaboramos y tratamos de vivir humildemente dadas nuestras limitaciones durante el trienio. Pero con paciencia y esperanza porque sabemos que es el Señor quien construye la casa, para que sus albañiles no trabajemos en vano (Cf. Salmo 126,1).

 

hno. Benito

hno. Ignacio

  

Sostenimiento Económico

Respecto al sostenimiento económico no ha habido problemas: nos bastaron las entradas de Misas a intención del Hno. provincial, predicación de retiros, algún pequeño ingreso por actividad pastoral en el pueblo, y la ayuda material de vecinos, amigos y huéspedes que llegan y que en vez de dinero dejan generalmente mercadería. Hacemos fielmente el aporte al fondo común para la Curia General y para la previsión de los hermanos.

 

 

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