ACOMPAÑAMIENTO Y DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
Con la presente ponencia solo quiero recordar algunos de
los aspectos más fundamentales del "Acompañamiento y
Discernimiento Vocacional", dado que en general son
conocidos por todos nosotros. De ahí que mi objetivo
sea el de invitaros a una reflexión-estudio sobre dichos
temas y a su posterior aplicación pastoral en nuestras
respectivas circunscripciones. El desarrollo del
argumento es el siguiente:
Premisas generales.
1ª Parte: El acompañamiento vocacional (AV).
1. Visión teológico-eclesial.
2. Visión franciscano-capuchina.
2ª Parte: El discernimiento vocacional (DV).
1. Visión teológico-eclesial.
2. Visión franciscano-capuchina.
Conclusión
P R E M I S A S
1ª Aplicado a la etapa de la pastoral vocacional (PV).
El AV y DV que aquí veremos está especialmente referido
a la etapa de la PV, es decir, antes del postulantado.
Aunque es de suponer puede ser aplicado también en el
postulantado, haciendo las adecuadas correcciones y
adaptaciones.
2ª Una visión franciscano-capuchina del tema.
Para tener una visión completa del argumento que nos
ocupa, además de afrontarlo brevemente desde la
perspectiva teológico-eclesial, lo haremos también desde
la franciscano-capuchina, pues a nosotros una vez
asumida aquella, ésta es la que más nos interesa.
3ª Necesidad de una adecuada inculturización.
Teniendo presente la pluriformidad de nuestra Orden, el
pretender aquí dar respuesta a todas "las expectativas
locales" de cada uno de vosotros sería ilusorio por mi
parte, además de pecar de falta de respeto por las
diferentes culturas y sensibilidades que representamos.
De ahí, la necesidad irrenunciable de una adecuada
inculturización en nuestras respectivas
circunscripciones de cuanto yo diga.
4ª Remitir al texto del "Instrumento de trabajo" para
no repetir conceptos.
Para no caer en repeticiones innecesarias, en algunos
momentos de mi exposición remitiré a nuestro
"Instrumento de trabajo", pues en él podemos encontrar
dicho argumento mucho más amplio y detallado que aquí.
5ª Unión entre acompañamiento vocacional y
discernimiento vocacional.
Es difícil, por no decir imposible, hacer una distinción
teórica y práctica entre el acompañamiento de un joven y
el discernimiento de su propia vocación. De ahí que la
aparente separación de ambos temas sea sólo por razones
metodológicas. Ahora bien, dado que nos movemos dentro
del ámbito de la PV y no de la formación, creo que el
orden más adecuado sería primero el AV y segundo el DV.
Me explico. Cuando comenzamos un camino vocacional con
un joven, lo primero que hacemos es la propuesta
vocacional, en nuestro caso presentarle la vocación
franciscano-capuchina. Si esta propuesta es acogida
comenzamos con él un camino, es decir, le acompañamos a
recorrerlo, afrontando unas veces temas humanos y otras
religiosos, hasta llegar a un momento en que el joven
comienza a interrogarse y a interrogarnos sobre su
posible vocación, dando inicio a un específico y
concreto DV. De ahí que, sin querer programar o
estructurar el misterio de la llamada de Dios, es bueno
saber distinguir entre un acompañamiento cercano y
empático y el DV propiamente dicho.
I ª PARTE
ACOMPAÑAMIENTO VOCACIONAL
1. VISION TEOLOGICO-ECLESIAL DEL ACOMPAÑAMIENTO
VOCACIONAL.
1.1. Marco doctrinal
Por AV entiendo la ayuda que el agente vocacional ofrece
a un joven vocacionado para que éste pueda ir
descubriendo y optando por su propia vocación. Todo
ello dentro de un ambiente de fe, oración, libertad y
cercanía.
Tal vez hoy más que nunca sea necesario resaltar la gran
importancia que tiene el AV dentro de la PV, dado que es
el mejor medio que tenemos para descubrir y discernir
adecuadamente las posibles vocaciones que llegan a
nuestros conventos. Dicho acompañamiento es una acción
pedagógica entre Dios que llama, el joven que responde y
el agente que acompaña, todo ello a nivel humano,
cristiano y vocacional. Resalto a mi juicio dos
criterios fundamentales a la hora de entender y
desarrollar el AV: primero, el derecho de los jóvenes a
ser acompañados en su proceso vocacional; y segundo, el
deber nuestro de acompañar a dichos jóvenes.
Para tener una visión de conjunto de lo que significa el
AV en general, baste aquí mencionar tres rasgos
fundamentales: a) su objetivo, se trata de ayudar a un
joven a descubrir, discernir y optar por la vocación a
la que Dios le llama; b) su medio, el DV, o sea el
saber distinguir cuáles son las mociones y signos por
los que Dios llama; y c) finalmente, su método, el
diálogo, caracterizado por una empatía vocacional entre
el acompañado y el acompañante.
Veamos ahora de forma sintética cuales son los
componentes o aspectos que se deben tener presentes en
el AV: 1. Antropológico-psicológico, que es la base de
toda vocación. Por medio del cual ayudamos al joven en
su crecimiento y maduración y en la adquisión de una
docilidad confiada hacia su acompañante; 2.
Teológico-espiritual, que constituye el fundamento y
sentido último de toda vocación. A través del cual
intentamos conseguir en el joven una vivencia concreta
de oración, de vida sacramental, de dirección
espiritual, etc.; 3. Vocacional-capuchino, en donde se
concretiza y realiza la llamada de Dios. Ayudando al
joven a clarificar y asumir la vocación
franciscano-capuchina como la suya propia. Es esencial
en la concepción y realización del AV el no confundir
los distintos componentes o aspectos, ni forzar su ritmo
de reflexión y de experiencia, pues cada uno de ellos
tiene su significado y su función, y por lo tanto
necesita su tiempo y su método para vivirse y asumirse,
aunque evidentemente todos ellos vayan juntos y
relacionados en el proceso de AV.
1.2. Elementos constitutivos del acompañamiento
vocacional
Aquí me limitaré solamente a presentar los elementos más
significativos del AV, dado que en nuestro "Instrumento
de trabajo" los encontramos mucho más detallados y
enriquecidos por las aportaciones de las
circunscripciones y hermanos de la Orden.
1. Requisitos para un adecuado acompañamiento
vocacional.
No es suficiente presentar y ofrecer un AV al joven,
sino hace falta también buscar y lograr una eficacia en
términos de orientación y de proceso. Para ello, es
fundamental que el acompañante sea un hombre de fe,
preparado y cercano;
y que el acompañado sea también un joven de oración,
sincero y dócil. Pero sin pretender la perfección de
cada uno de ellos. No obstante, el mejor y fundamental
acompañante es Dios. Sólo El conoce verdaderamente las
motivaciones de la llamada y la autenticidad de la
respuesta.
2. Tipos de acompañamiento vocacional.
Entre los posibles tipos de acompañamiento, sin
pretender agotarlos todos y sin hacer un juicio de valor
sobre su idoneidad, pues esto dependerá de cada
circunscripción, podemos destacar los siguientes: AV
realizado a nivel personal y grupal
;
AV desarrollado por medio de una Pastoral Juvenil con
dimensión Vocacional
,
de un Centro de Orientación Vocacional (COV)
,
de una Casa de Acogida
,
en un Seminario Menor
,
etc.
3. Métodos del acompañamiento vocacional.
Cuando hablo aquí de métodos no me estoy refiriendo a
"recetas o técnicas" infalibles para conseguir
vocaciones, sino simplemente a los tres más utilizados.
Estos son el encuentro personal y/o grupal y la
posibilidad de vivir una experiencia vocacional
significativa
.
1.3. Etapas del acompañamiento vocacional
El AV no constituye una etapa del proceso vocacional,
sino una ayuda cualificada para todo el proceso
vocacional, es decir, desde el momento en que el joven
comienza a interrogarse sobre su vocación hasta que opta
por su vocación, el AV es el camino por donde se anda,
se experimenta y se vive vocacionalmente. Ahora bien,
para comprender mejor el desarrollo del acompañamiento
dentro del proceso vocacional, me atrevo a presentar las
siguientes etapas que quieren constituir una guía:
1ª La acogida de la propuesta (inicio del proceso).
Constituye el germen o semilla de la propia vocación.
El joven acoge con libertad y confianza nuestra
propuesta, ofrecida con absoluto respeto y con auténtico
sentido eclesial.
2ª La búsqueda vocacional. En ella comienza un
acompañamiento sistemático y organizado. Con el
objetivo de iniciar un discernimiento, dando comienzo
así a un camino de experiencia vocacional, que le
servirá para descubrir y purificar las motivaciones y
las capacidades del joven que desea vivir nuestra
vocación capuchina. En esta etapa encontramos
altibajos, momentos claros y oscuros, etc. necesarios
para la correcta maduración de la vocación. Por ello es
fundamental potenciar lo positivo que existe en el joven
y ayudar a aceptar y superar lo negativo o deficiente.
3ª La generosidad de vida. Manifestada en el deseo de
consagrarse a Dios. Sólo desde la entrega gratuita y
total al Señor y al Reino es desde donde el joven puede
fundamentar auténticamente su vocación capuchina. Es
una etapa de compromiso, de generosidad, de renuncia,
etc. que ayudará al joven a verificar las mociones del
Espíritu en su interior. Siendo muy importante su
autodiscernimiento vocacional.
4ª La opción vocacional (inicial). Es el primer
compromiso con la vocación capuchina. Es el momento
previo al ingreso al postulantado. Este comenzar a
vivir la vocación debe ser sin presiones, sin prisas,
con mucha paciencia. Es importante hacerle comprender y
asumir al joven que el primer protagonista y responsable
de su opción es él mismo, en unión con Dios.
Cuando el joven ha cubierto estas etapas y nosotros
hemos aceptado su petición de ingreso en nuestra
fraternidad, podemos decir que ha terminado el proceso
de PV, es decir la propuesta, el acompañamiento y el
discernimiento, dando paso así a la formación inicial,
en donde se profundizará, por medio de un
acompañamiento, en el definitivo discernimiento
vocacional para hacer la profesión perpetua como
franciscano-capuchino.
2. VISION FRANCISCANO-CAPUCHINA DEL ACOMPAÑAMIENTO
VOCACIONAL
2.1. San Francisco de Asís y el acompañamiento
vocacional
Como es de suponer no encontramos en los Escritos y
Biografías de Francisco nada que haga referencia
explícita a nuestro AV, dado que en su tiempo no se
llamaba así. Ahora bien, teniendo presentes los
aspectos más importantes de dicho acompañamiento,
conocidos por nosotros y recogidos en el "Instrumento de
trabajo"
,
resalto aquí los dos más significativos, y que han sido
a su vez realizados por Francisco y los primeros
hermanos. Así nos servirán de fuente de inspiración y de
confirmación para nuestro actual AV; estos son: la
acogida de las nuevas vocaciones y el estilo de vida del
religioso que acompaña.
2.1.1. Francisco acoge incondicionalmente a
cada nueva vocación
En el AV el punto de partida está en la acogida
incondicional con que recibimos al joven que siente la
llamada y desea comenzar con nosotros un camino de
búsqueda vocacional. Pues bien, esto lo ha hecho de
forma inmejorable Francisco, dejándolo dicho
expresamente en la Regla:
"Si alguno, queriendo, por divina inspiración, abrazar
esta vida, viene a nuestros hermanos, sea recibido
benignamente por ellos"
.
La razón principal que Francisco tenía para acoger
incondicionalmente a cada persona que llegaba a él era
el reconocer que la vocación es un don gratuito de Dios,
un regalo a la fraternidad. Siempre y cuando viese en
dicha persona el deseo sincero y auténtico de quererse
consagrar a Dios
,
de lo contrario no duda en rechazarlo, como veremos más
adelante en el DV.
El estilo de acogida que tenía Francisco era el
siguiente: con gran afecto y espontaneidad
manifestando la felicidad por tener un nuevo hermano;
con todo honor y dignidad, pues en dicha vocación se
manifestaba la voluntad de Dios; con todo el amor y la
veneración posibles, dado que cada persona es hijo de
Dios; con gran familiaridad, para que desde el primer
momento el llamado se sintiese como en su propia casa;
y finalmente con gran humildad y alegría pues reconocía
que era un don, una confirmación de parte de Dios sobre
la validez de la Fraternidad.
Los hermanos, viendo el ejemplo de Francisco, adoptan
las mismas actitudes cuando tienen que acoger a las
nuevas vocaciones, a los nuevos hermanos. Es más,
Francisco mandó explícitamente a los ministros que
acogieran de buena y adecuada manera a las vocaciones
que el Señor les mandase
.
2.1.2. El estilo de vida del hermano que
acompaña al llamado
Es sabido de todos que el AV se fundamenta sobre el
testimonio de vida del acompañante, pues aunque hacen
falta palabras y técnicas, la mejor ayuda que podemos
ofrecer es una vida capuchina vivida de forma coherente
y alegre.
El testimonio de vida de Francisco y de los hermanos fue
para muchas personas el mejor acompañamiento y ayuda
para cambiar de vida, para sentir la llamada de Dios a
entrar en la Fraternidad
,
cada uno desde su propia historia y con su propia
originalidad
.
No es posible aquí ver detalladamente cada una de las
características que Francisco pedía a sus hermanos para
que fuesen auténticos frailes, y como consecuencia de
ello instrumentos de la llamada de Dios. Baste
mencionarlos a modo de elenco, pues todos nosotros
sabemos su importancia y repercusión en el AV : llevar
una vida de profunda oración
;
tener un trato fraterno con los hermanos
;
dar ejemplo de vida consagrada a Dios
;
realizar una predicación al pueblo de Dios sincera y
breve
;
vivir como peregrinos y desapropiados en este mundo
;
servir a quien lo necesite con minoridad
;
y llevar una vida de penitencia
.
2.2. Hermanos Menores Capuchinos y el acompañamiento
vocacional:
Constituciones y Consejos Plenarios de la Orden
A la hora de afrontar el tema del acompañamiento desde
la visión capuchina nos encontramos con un problema: No
hay ningún documento oficial de la Orden que haga
referencia explícita al AV. Ahora bien, sí tenemos
numerosos textos acerca de algunos de los aspectos que
lo componen. Los veremos tomando como fuentes
principales las Constituciones de 1990 y los Consejos
Plenarios de la Orden. Los argumentos que trataremos
son: La respuesta del joven a la llamada de Dios; las
casas de acogida y los centros especiales como formas de
AV.
2.2.1. ¿Cómo debe responder el joven a la
llamada de Dios?
Un religioso cuando está acompañando a un joven en su
proceso vocacional, tiene que marcarse un objetivo
esencial: el lograr que dicho joven busque y responda al
Señor con madurez y responsabilidad. Nuestras
Constituciones reflejan muy bien esto en el número 14.2
que dice así
:
"A esta llamada cada cual debe responder con amor y
con absoluta libertad, de modo que se armonice la
dignidad de la persona humana con la voluntad divina."
Durante el AV tenemos que hacer comprender al joven que,
sin renunciar a los fundamentos de su propia dignidad
humana y cristiana, tiene que sentirse en cierta forma
como "libremente obligado" por amor a Dios y fidelidad a
sí mismo, a descubrir su propia vocación y a responder a
ella. Ahora bien, si el joven tiene este deber,
nosotros tenemos otro igualmente importante, el de
acompañarle adecuadamente en su camino vocacional, pues
sólo así podrá crecer y madurar esa vocación inicial que
tiene.
2.2.2. Casas de acogida: la fraternidad,
centro del acompañamiento vocacional
Desde tiempos de Francisco la fraternidad constituye un
medio importante en todo proceso vocacional. Hoy día
sigue sucediendo lo mismo. Pero para que pueda servir
mejor al joven llamado en su camino vocacional, existe
la posibilidad de tener unas "fraternidades especiales",
en donde se les ofrece una ayuda más adecuada y
concreta. Esto aparece por primera vez en las
Constituciones de 1982 y sigue en las actuales de 1990,
en el número 16.3, que dice así: "Es muy útil para
el fomento de las vocaciones ofrecer a los jóvenes la
oportunidad de cierta participación de nuestra vida
fraterna. Y esto resulta muy bien en ciertas casas
apropiadas en las que se les pueda además proporcionar
ayuda para la reflexión personal."
El origen de ese texto es el IV CPO sobre la Formación,
en el n. 60, en donde aún se concretiza más esa
participación en nuestra vida: "sobre todo en sus
actos comunitarios, como la oración, la celebración
eucarística, el refectorio, las actividades". Pero
en el "Documento de trabajo" del mismo IV CPO
encontramos cuál debe ser el comportamiento de los
religiosos: "En este caso, el deber de todos los
religiosos es lograr que la Fraternidad se manifieste
realmente acogedora, hospitalaria y llena de amor
fraterno"
.
Sabemos que para el AV es muy importante el poder
ofrecer a un joven una experiencia vocacional en nuestro
convento. Esto es aún más necesario en nuestros
tiempos, en donde antes de tomar una decisión "se quiere
ver y probar todo" para luego decidir. Nuestras
Constituciones son muy respetuosas con el ambiente
reservado y de familia que debe existir en nuestras
casas, pero a la vez nos invitan a una renovación, a
abrir las puertas para que nos conozcan, y yo diría
incluso, parafraseando al papa Juan XXIII, a "abrir las
ventanas para que nos entre el espíritu de las nuevas
vocaciones."
Dentro de la dinámica del AV a un joven, todos sabemos
por experiencia que no surge siempre desde el primer
momento el tema vocacional, en la mayoría de las
ocasiones que antes de hablar de "ser fraile", tenemos
que dedicarle al joven mucho tiempo, mucha atención,
mucho respeto y gran amistad. Esto también debe entrar
en los objetivos de las "casas de acogida", pues dice el
texto constitucional citado, que en ellas "se les
pueda además proporcionar ayuda para la reflexión
personal", sin especificar más, es decir dejando
abierto el modo de recorrer el camino vocacional, sin
reducirlo sólo y desde el principio al del "fraile
capuchino o nada".
2.2.3. Los centros especiales: una puerta
abierta a los "signos de los tiempos"
El título de este apartado puede parecer algo extraño,
os confieso que a mí también me pareció así cuando lo
escribí, pero creo que son uno de esos aciertos casuales
que a veces suceden. Ciertamente si volvemos la vista a
algunas de las antiguas Constituciones, por ejemplo las
del 1909 encontramos que se refiere a "colegios
seráficos"
,
y en las de 1968, 1970 y 1975 van unidos los argumentos
"seminario franciscano y centros especiales". Sólo en
las del 1982 y 1990 se habla de "centros especiales",
como veremos a continuación. El espíritu de esta nueva
redacción era que ninguna circunscripciones se sintiese
fuera de las Constituciones, dejando así una puerta
abierta a todas las formas, modos y "signos de los
tiempos" para la realización del AV, y esto lo consigue
muy bien el concepto "centros especiales".
Dicho esto me permito presentaros el número 16.4 de las
actuales Constituciones que dice así: "Para cultivar
bien y preparar más adecuadamente las vocaciones a la
vida religiosa, los ministros provinciales, con el
consentimiento de su definitorio y, si se considera
oportuno, con el consejos del Capítulo provincial,
erijan centros especiales, según las necesidades de las
regiones y de los tiempos."
El "Documento de trabajo" del IV CPO, sobre la
Formación, presenta el concepto de centros especiales
como "comunidades cristianas juveniles"
.
Según las Constituciones el objetivo de estos centros es
el "recto cultivo de las vocaciones, con miras a la vida
religiosa". Es decir, algo así como un acompañamiento
vocacional directamente capuchino. A la hora de valorar
este tipo de AV debemos ver sobre todo el estilo del
mismo. Para ello encontramos los criterios a seguir en
el número 16.5 de las Constituciones: "Dichos
centros funcionen de acuerdo con los principios de una
sana pedagogía, de manera que, uniendo la formación
científica con la humana, los alumnos, en contacto con
la sociedad y la familia, practiquen una vida cristiana
acomodada a su edad, a su manera de ser y al nivel de
desarrollo, merced a la cual se pueda descubrir y
fomentar la vocación a la vida religiosa."
El "Documento de trabajo" del IV CPO sobre la Formación,
nos ofrece unos matices sobre dicho estilo, por ejemplo,
una intensa vida espiritual y litúrgica, un ambiente de
familia, un clima juvenil, una apertura, un método
práctico, etc.
.
Sin entrar en valoraciones, pues eso depende de cada
circunscripción según su cultura y religiosidad, creo
que es importante resaltar las dos formas más
significativas y más extendidas de AV de nuestros días,
es decir los centros de orientación vocacional y los
seminarios menores. Ambos con características y
valoraciones diversas y discutidas, tal vez hoy más que
nunca. Lo único importante es que ambas pongan como
centro al joven vocacionado y que su único objetivo sea
ayudarle a que encuentre su propia vocación y pueda
responder a ella. Sólo así será un auténtico AV, de lo
contrario serán dos formas camufladas de "captar
vocaciones para nuestra supervivencia fraternal y
estructural".
II ª PARTE
DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
1. VISION TEOLOGICO-ECLESIAL DEL DISCERNIMIENTO
VOCACIONAL
1.1. Marco doctrinal
Por DV entiendo el proceso por medio del cual queremos
conocer y decidir sobre la posible vocación de un
joven. Para ello buscaremos su recta intención y su
capacidad para vivir dicha vocación.
Es fundamental que no olvidemos que el discernimiento se
desarrolla dentro del proceso de AV, de ahí que todos
los elementos y conceptos presentados anteriormente
tengan que aplicarse también aquí. Ahora bien, a la
hora de discernir una posible vocación debemos basarnos
en un clima de fe y en unos medios humanos, asumiendo
que toda vocación es un misterio, pues forma parte del
plan de Dios sobre cada uno de nosotros.
1.2. Elementos constitutivos del discernimiento
vocacional
Así como hice antes en el AV, aquí también me remito a
otra vez a nuestro "Instrumento de trabajo" para
encontrar allí todo esto, pero mucho más amplio y
valioso, debido a las sugerencias de las diversas
circunscripciones y hermanos de la Orden
.
1. Tipos de discernimiento vocacional.
Los principales tipos de DV son: el general, el
franciscano-capuchino, el autodiscernimiento y el
discernimiento comunitario, todos relacionados y
dependientes entre sí. Ahora bien, en la base de cada
uno de ellos está el discernimiento espiritual
,
que es un don del Espíritu Santo que permite a un joven
conocer cuál es la voluntad de Dios sobre él y sobre su
vida, basándose en la vivencia de su fe y en las
mociones del Espíritu Santo en su interior. Si todos
hemos realizado el DV de forma correcta, lo lógico es
que coincidamos en un mismo resultado o decisión.
Pudiendo casi afirmar que hemos conocido y discernido
bien la voluntad de Dios.
2. Criterios de discernimiento vocacional.
Por criterios entiendo los principios que nos ayudan a
conocer y decidir sobre autenticidad de una posible
vocación. Estos son: los valores, los signos, las
motivaciones y las aptitudes vocacionales. Es necesario
matizar que la vocación perfecta no existe y que ninguno
posee en "estado puro" cada uno de los criterios
anteriormente expuestos. De ahí que sea importante
verificar por un lado la ausencia de contraindicaciones
absolutas y, por otro lado, la capacidad de superar,
dentro del proceso formativo, las posibles
contraindicaciones relativas, gracias al deseo de
madurar y de dejarse formar por parte del joven llamado.
3. Objetivos del discernimiento vocacional
.
A la hora de hablar de los objetivos de DV debo pediros
la máxima prudencia para acogerlos, dada la
imprescindible inculturación de los mismos, pues que
estamos tratando con conceptos evaluativos e
interpretativos y, lógicamente, salvando lo esencial,
estos cambian según la distintas riquezas culturales y
espirituales de nuestras respectivas circunscripciones.
Los objetivos son como las líneas maestras sobre las
cuales debe desarrollarse el DV, y éstas son: el
conocer los elementos vocacionales en el joven, el
valorarlos e el interpretarlos, para poder tomar
finalmente una decisión sobre su posible llamada.
4. Medios de discernimiento vocacional.
Me imagino que todos nosotros, gracias a nuestra
experiencia en pastoral y formación vocacional, sabemos
que no existen medios o técnicas, ni recetas o fórmulas
mágicas que resuelvan el problema vocacional.
Resultaría artificial y falto de fe y de esperanza creer
que por nuestros méritos y técnicas pastorales vendrán
más vocaciones a nuestros conventos. Me atrevería a
decir que no será así. Pero yo estoy totalmente
convencido que vendrán nuevas vocaciones, incluso de que
vendrán muchas vocaciones si ponemos a Dios en el primer
puesto de nuestras pastorales y metodologías, y a
nosotros y a nuestras técnicas en un segundo lugar, como
colaboradores sencillos y preparados del único que
llama, el Señor Jesús, el dueño de la mies. Veamos a
continuación a modo de presentación los distintos medios
que podemos y debemos emplear en nuestro DV. Los medios
humanos más importantes son una acogida incondicional y
fraterna, un encuentro personalizado, una empatía
vocacional y una psicología vocacional. Y los medios
espirituales más significativos son la oración y los
sacramentos, la dirección espiritual y los ejercicios
espirituales.
2. VISION FRANCISCANO-CAPUCHINA DEL DISCERNIMIENTO
VOCACIONAL
2.1. San Francisco de Asís y el discernimiento
vocacional
En los escritos de Francisco no encontramos el concepto
DV, sino el de discernimiento de espíritus
,
que para él significa lo mismo, pues ambos pretender
conocer cuál es la voluntad de Dios. El texto más
importante a este respecto es el de la Admonición
n. 12, que expresa el sentido del discernimiento de
espíritus, dice así: "Cómo conocer el espíritu del
Señor. Así puede conocerse si el siervo de Dios tiene
el espíritu del Señor: si, cuando el Señor obra por
medio de él algo bueno, no por ello se enaltece su
carne, pues siempre es opuesta a todo lo bueno, sino,
más bien, se considera a sus ojos más vil y se estima
menor que todos los otros hombres."
Haciendo de esta admonición una interpretación
vocacional, encontramos tres elementos para discernir la
autenticidad de una vocación: a) la pobreza interior,
que manifiesta la conciencia de ser llamado
gratuitamente por Dios; b) la humildad, como
reconocimiento del bien que Dios hace en la persona
llamada; c) la minoridad, expresada por medio de la
desapropiación de la llamada que Dios le hace.
Hoy día, debido a la escasez de vocaciones, cuando
hacemos PV, y más concretamente DV, nos encontramos con
un dilema: frente a las pocas vocaciones que vienen a
nuestros conventos ¿qué hacer?, ¿exigimos mucho o poco?,
¿examinamos seriamente su vocación o sólo por "cumplir
lo mandado" y luego ya verán otros...?, ¿si tuviéramos
muchas vocaciones haríamos lo mismo?, y así otras
preguntas que todos conocemos. Pues bien, en Francisco
tenemos una enseñanza y un ejemplo a seguir. El
reconocía un incremento grande de vocaciones, como un
don de Dios
.
Esto le provocaba por una parte una gran alegría y gozo,
pero por otra tenía miedo por la llegada de hermanos sin
vocación o ineptos para ella. Para Francisco lo más
importante era la pureza y fidelidad a la propia
vocación, vivida tanto por él como por la primitiva
fraternidad
.
El admite a todos, independientemente de la condición
social y cultural, con tal de que su vocación sea
sincera y auténtica. Pero si esto faltaba no dudaba en
seleccionar y rechazar personalmente a los ineptos
.
Es más, para salvar la autenticidad de la vocación del
hermano menor, Francisco manda a los ministros que
examinen diligentemente a los candidatos
.
2.1.2. Los medios de discernimiento vocacional
que utilizaba san Francisco
No es que Francisco cuando tenía delante un candidato,
aplicase unas teorías y unos métodos de DV tal y como
los entendemos hoy día nosotros. No. Pero dado que era
una realidad la llegada de candidatos y la necesidad de
discernir la autenticidad de su vocación, podemos decir,
con permiso de los especialistas en franciscanismo, que
Francisco utilizaba el discernimiento de espíritus en
clave de DV, para examinar y seleccionar las vocaciones.
De forma muy resumida, veamos cuáles son las actitudes o
vivencias que Francisco busca en dichas vocaciones:
- Una decidida voluntad
de ingresar en la Fraternidad
.
- Con la única intención de servir y consagrase por
completo a Dios
.
- Que renunciase a los propios bienes y a sí mismo.
- Una entrega para beneficio y salvación de todos
los hombres
.
- Con relación a la Santa Iglesia pide dos cosas:
primera, que tenga un sentido católico, manifestado por
el amor a ella y por la práctica de los sacramentos
;
y segunda que sea admitido el candidato en conformidad
con sus leyes
.
- El compromiso de vivir fielmente la Regla durante
toda la vida
.
Ahora bien, aunque Francisco ha empleado las
orientaciones expuestas en la admonición para realizar
el DV de los nuevos hermanos, el medio más importante
que él utiliza es el Evangelio, que constituye el mejor
instrumento para descubrir cuál es la voluntad de Dios,
y cuál es su designio con relación a la persona llamada.
Para Francisco lo más importante e imprescindible que
debía tener la persona llamada era el deseo de una
conversión de vida, que se manifiesta especialmente en
la renuncia a los propios bienes y en la renuncia a sí
mismo.
2.2.
Hermanos Menores Capuchinos y el discernimiento
vocacional:
Constituciones y Consejos Plenarios de la Orden
Afrontamos ahora el tema del DV desde nuestra
perspectiva de Capuchinos. Viendo lo que dicen nuestras
Constituciones y CPO, y poder sacar algunas sugerencias
prácticas.
En primer lugar tengo que decir que sobre el DV y sus
componentes encontramos mucha documentación en nuestra
legislación, y no sólo en la más reciente, sino incluso
desde los orígenes de la Reforma Capuchina en Albacina.
Tomando como texto base las actuales Constituciones de
1990 veremos los dos argumentos más significativos del
DV: el esmero en discernir las vocaciones (n. 15.3) y
los medios para ello (n. 17).
2.2.1. ¿Quiénes y cómo tenemos que hacer el
discernimiento vocacional?
En todas las Constituciones posteriores al concilio
Vaticano II
se nos presenta de forma clara el por qué, quiénes y
cómo se debe realizar el DV. Veamos el texto del número
15.3 de las actuales: "Teniendo presente la
preocupación de san Francisco al ver cómo crecía su
primitiva fraternidad, todos los hermanos, y en primer
lugar los ministros y cada una de las fraternidades,
pongan sumo esmero en discernir y fomentar las
verdaderas vocaciones, principalmente con el ejemplo de
su vida, con la oración y con la palabra."
Creo que esta claramente dicho que la fidelidad a
nuestra vocación franciscano-capuchina es el motivo
principal de la necesidad de un esmerado
discernimiento. Pero éste le toca hacerlo no sólo a los
"encargados", sino a todos los hermanos y fraternidades,
especialmente al ministro. Para comentar esto
permitidme un dicho, tal vez no muy apropiado, pero sí
esclarecedor: "cuatro ojos ven más que dos". Esto
aplicado al DV tiene grandísimas consecuencias y la
mayor parte de ellas positivas. Pues las opiniones, y
las sugerencias, de los hermanos acerca del candidato
son muy importantes para el discernimiento. Sobre todo
de aquellas cosas que observan en el joven cuando los
directamente encargados no estamos presentes, y él se
manifiesta con más espontaneidad, es decir "tal y como
es de verdad". De ahí que sea más fácil y seguro tomar
una decisión final, si contamos y potenciamos la
colaboración de todos los hermanos. Pero, no olvidemos
que el texto constitucional nos manifiesta que el mejor
medio para realizar el DV es el testimonio de nuestra
vida, la oración y la palabra, dado que en ellos el
joven llamado podrá descubrir e identificarse o no con
nuestra forma de vida, con nuestra vocación.
2.2.2. No buscar candidatos perfectos, pero sí
normales
Puede parecer algo inadecuado este título, pero pienso
que no es así, pues recoge a la vez dos realidades del
DV: primera, la de buscar al candidato perfecto, que
cumpla todos los requisitos, que sea maduro y
comprometido, etc. Tiempo perdido, pues ese ni ha
nacido ni nacerá. Y segunda, la de buscar vocaciones
normales. Me explico. Yo me conformaría con que todos
los que vienen a nuestros conventos diciendo que tienen
vocación fueran solamente "normales", es decir con sus
virtudes y sus defectos, como los tenemos todos. Pero
con unos grandes deseos de entregarse al Señor y de
aprender, para llegar a ser, por lo menos, buenos
frailes, y si luego llegan a santos mejor aún.
Parece que esta realidad de imperfección vocacional ya
existía en tiempos de nuestra Reforma y no es sólo de
nuestros días, pues excepto en las llamadas
"Constituciones de Albacina" de 1529, en todas la demás
aparece dicho tema
.
Veamos el texto de las actuales en el número 17.1 que
dice así: "San Francisco, preocupado por la pureza
de vida de su Fraternidad y previendo que ésta iba a
convertirse en una gran multitud, temía al mismo tiempo
el número de hermanos ineptos."
Ese párrafo nos tiene que animar a tener paciencia y
perseverancia en nuestro servicio de DV, pues en
definitiva estamos haciendo un bien a toda la
fraternidad, dado que la experiencia nos dice que las
"vocaciones inauténticas" a la larga las sufrimos todos.
2.2.3. Discernir para examinar y seleccionar
las vocaciones
A la hora de discernir sobre la autenticidad de una
vocación podemos caer en la tentación de pensar más en
el número y en la estadística, que presentaremos a los
superiores, que en la validez de dicha vocación, dejando
para otras etapas de la formación el examen y la
selección. Con algunas diferencias redaccionales este
argumento aparece en casi todas nuestras Constituciones
.
Pero veamos el número 17.2 de las actuales que dice lo
siguiente: "Por consiguiente, debiendo la
Fraternidad aumentar de día en día en virtud, en la
perfección de la caridad y en espíritu más que en
número, aquellos que quisieren abrazar nuestra vida
deben ser examinados y seleccionados con todo esmero."
En el IV CPO sobre la Formación, encontramos un texto
que desarrolla un poco más este mismo aspecto y dice
así: "La pastoral de las vocaciones no debe
motivarse por deseo de supervivencia o por exigencias de
mantener en pie ciertas estructuras, sino sólo por el
propósito de realizar el plan de Dios también mediante
nuestro carisma"
.
Después de haber visto ambos textos podemos quedarnos
con la conciencia tranquila para hacer en nombre de la
Fraternidad y de Dios, los necesarios exámenes, por
medio de los cuales podamos, con caridad y verdad,
discernir y seleccionar la auténtica vocación de aquella
que no lo es.
2.2.4. Los requisitos teológicos-eclesiales
para toda vocación
Sabemos que toda vocación debe reunir unos mínimos de
requisitos para que sea juzgada como auténtica y válida,
es decir que posea la recta intención y las capacidades
para vivir sus propias características con serenidad y
equilibrio. Todo esto está muy bien recogido en casi
todas nuestras Constituciones
,
veamos lo que dicen las actuales en el número 17.3:
"Los ministros provinciales indaguen cuidadosamente si
los que van a ser admitidos a nuestra vida cumplen los
requisitos que el derecho universal (...) exigen para su
válida y lícita admisión."
Es importante encuadrar la propia vocación dentro de la
vocación de la Iglesia y más aún dentro de las
características generales que ella misma da para la
vocación a la vida religiosa. De ahí la recomendación a
los ministros de cuidar con atención todos los
requisitos prescritos por la Iglesia. Esto además, como
veremos más adelante, es muy franciscano.
2.2.5. Requisitos capuchinos para cada vocación
a nuestra vida
Una vez comprobados que el joven vocacionado reúne los
requisitos comunes a toda vocación religiosa, debemos
ver si también tiene aquellos de la específica vocación
a la que se siente llamado. Dichos requisitos vienen
dictados por la Iglesia y por el carisma del propio
fundador; sólo cuando el candidato los posee, su
admisión puede ser considerada como válida y lícita.
En nuestro DV tenemos que ver si el candidato reúne, al
menos en principio, los requisitos básicos de la
vocación de Hermano Menor Capuchino, y esto lo tenemos
que hacer cuidadosamente, con esmero y atención. Veamos
nuevamente es texto n. 17.3 de las actuales
Constituciones
,
pero ahora desde la perspectiva capuchina, dice así:
"Los ministros provinciales indaguen cuidadosamente si
los que van a ser admitidos a nuestra vida cumplen los
requisitos que el derecho (...) propio exigen para su
válida y lícita admisión. Téngase en cuenta de manera
especial lo siguiente:" El inciso "de manera
especial" fue puesto en las Constituciones de 1982.
También el IV CPO sobre la Formación nos recuerda que
"es obvio que los candidatos deban poseer aquellas
cualidades y disposiciones que se conceptúan
indispensables para poder pertenecer a nuestra Orden"
.
Todo ello nos permite entrar brevemente, aunque de forma
detallada, en el estudio de los requisitos vocacionales
enunciados en nuestras Constituciones, que tienen su
origen y su fundamento en la tradición de nuestra
Reforma Capuchina. Prácticamente dichos requisitos,
salvando las diferencias redacciones e históricas,
vienen recogidas en casi todas las Constituciones desde
las de 1536 hasta las actuales de 1990. Veamos cada una
de estas características de la vocación
franciscano-capuchina, contenidas en el número 17.3 de
las actuales Constituciones, aunque algunas de ellas se
pueden también considerar comunes a toda vocación
religiosa.
2.2.5.1. Idoneidad para la vida fraterna
Esta condición la encontramos ya en las Constituciones
de 1968, 1970, 1975. Pero es en las del 1982 y 1990
cuando pasa a ocupar el primer puesto entre los diversos
requisitos de la vocación capuchina. Veamos el texto
tal y como viene en las Constituciones actuales, en el
número 17.3.a : "Que los candidatos sean por su
carácter idóneos para la convivencia fraterna de nuestra
vida evangélica."
En los documentos de los CPO no he encontrado ningún
texto que haga referencia concreta y específica a este
requisito vocacional. Pero en cambio son varios los
textos que hablan de la "primacía de la vida fraterna
evangélica"
.
A nivel de DV esta condición debe ser esencial para
juzgar la validez de una vocación capuchina pues, como
todos sabemos, nuestra vida se desarrolla dentro de una
dinámica fraterna, de convivencia y diálogo, y es
imprescindible que el joven se sienta llamado a vivir su
vocación en familia, necesitando de los hermanos, para
compartir con ellos sus ilusiones y esperanzas, y
también sus problemas y diferencias. De ahí que no
baste ver si el candidato vale para "ser fraile", sino
que además debe valer para "vivir en fraternidad".
2.2.5.2. Salud física y psíquica
El texto de las Constituciones actuales dice así en el
número 17.3.b : "Que se compruebe que gozan de la
necesaria salud física y psíquica para nuestro género de
vida."
Esta condición vocacional es más bien común a toda
vocación, por eso viene recogida en nuestras
Constituciones desde las del 1552 hasta las de nuestros
días
.
Baste aquí matizar dos cosas: primera, que no buscamos
candidatos en perfecta forma física y atléticos, ni
absolutamente maduros y equilibrados psíquicamente
hablando; y segunda, que el grado de normalidad y
madurez dependerá de la escala de valores de nuestras
respectivas circunscripciones, y por lo tanto debe ser
necesariamente inculturizada. Yo me conformaría con
encontrar a candidatos que estén sanos y sean normales,
de ahí que no debamos ser excesivamente exigentes, pero
tampoco ingenuos a la hora de verificar las capacidades
psicofísicas, utilizando para ello todos los medios a
nuestro alcance.
2.2.5.3. Creer en la Iglesia y tener un sentido
católico
Esta condición es típicamente franciscana y arranca en
la Tradición Capuchina desde las Constituciones de 1552
hasta las actuales
,
que en el número 17.3.c dicen así: "Que demuestren
con su vida que creen firmemente cuanto cree y sostiene
la santa madre Iglesia y poseen un sentir católico."
Considero oportuno a la hora de aplicar este criterio
vocacional a un joven, saber compaginar dos cosas:
primera, la fidelidad amorosa a los principios y
fundamentos de la Iglesia, tan querida por san
Francisco, por nuestros primeros hermanos y por todos
nosotros; y la segunda, tener mucha comprensión,
paciencia y no dramatizar a la hora de escuchar y
comprobar en algunos jóvenes una cierta "actitud
crítica" hacia la Iglesia, fruto en ocasiones de la
falta de formación, y en otras del lógico ímpetu y
rebeldía juvenil. Lo importante es ver en el candidato
su amor por la Iglesia, su sentido de catolicidad y el
deseo de formarse más y mejor acerca de ella.
2.2.5.4. Buena fama
Aquí también encontramos una condición expresada con un
lenguaje típicamente capuchino, pues se utiliza desde
las Constituciones de 1575 y sigue hasta nuestros días
,
veamos el texto actual en el número 17.3.d : "Que
conste que gozan de buena fama particularmente entre
aquéllos con quienes de ordinario se relacionan."
Tal vez hoy día sea una de las condiciones más
importantes, y no tanto por la "fama o notoriedad" que
pueda tener en la sociedad dicho candidato. Sino más
bien para asegurarnos de dos cosas: primera, que viene
de un ambiente familiar, social y de trabajo normal, sin
grandes conflictos que puedan luego afectar a su
capacidad de vivir en fraternidad; y segunda, que no es
un desadaptado social, que ve en la vida religiosa una
fuga o compensación a sus problemas. Tenemos que
asegurarnos de que el candidato ha vivido una relación
social buena y que la opinión de aquellos que lo conocen
es favorable acerca de su persona, su fe y su posible
vocación capuchina.
2.2.5.5. Madurez y voluntad de consagrarse a Dios,
según san Francisco y los Capuchinos
Tal vez éste sea el texto constitucional más complejo y
completo de todos los referidos a los requisitos
vocacionales, dado que afronta diversos argumentos todos
ellos importantes de por sí. Veamos el texto actual en
el número 17.3.e para poder comentarlo detalladamente
después: "Que tengan la madurez correspondiente y
voluntad decidida, y que se pruebe que quieren ingresar
en la Orden sólo para servir sinceramente a Dios y a la
salvación de los hombres, siguiendo la Regla y el estilo
de vida de san Francisco y nuestras Constituciones."
En las Constituciones anteriores al Concilio Vaticano II
es donde encontramos la referencia a "la voluntad de
venir para servir sólo a Dios"
.
Es en las Constituciones del 1968, 1970 y 1975 donde
aparecen también los conceptos de "madurez" y "Regla de
san Francisco". Y en las del 1982 y 1990 es en donde se
añade "nuestras Constituciones", completando así una
específica identidad franciscano-capuchina.
Con relación a la madurez ya hablé anteriormente cuando
veíamos la "salud psico-física", de ahí que no sea
necesario repetirlo en este momento. Pero en cambio sí
que es necesario tomar conciencia de la importancia que
representa el concepto "voluntad decidida" de nuestro
texto constitucional. En él está todo lo relacionado
con la absoluta libertad personal del candidato a la
hora de ingresar en nuestra Orden, dado que de faltar
ésta sería inválida. De ahí que en el DV sea esencial
descubrir y asegurar que el joven viene a nosotros
totalmente libre, sin presiones externas o internas que
le obliguen a dar semejante paso vocacional.
Una vocación puede ser válida pero inauténtica cuando el
motivo principal de ella no es el deseo de una
"consagración total y exclusiva a Dios y a los
hombres". Por eso el acierto de poner en el texto
constitucional este requisito, que nos garantiza la
auténtica motivación vocacional para aceptar a un
candidato en nuestra fraternidad.
Finalizo este número recordando lo ya manifestado en el
número 17.3, cuando me referí a los requisitos
capuchinos, aquí expresado por medio de la frase "siguiendo
la Regla y el estilo de vida de san Francisco y nuestras
Constituciones." Aquí se pone de relieve la
necesidad de concretizar la vocación religiosa según
nuestro carisma franciscano-capuchino.
2.2.5.6. Formados
Sobre este requisito la historia nos ofrece matices
significativos. Solo en algunas Constituciones se toca
el tema
.
En las del 1536 y 1552 se refiere exclusivamente a los
que van a ser clérigos. En las de 1925 se habla de
formación para clérigos y legos. Y es en las de 1968,
1970, 1975, 1982 y 1990 en donde no se hace distinción
alguna, sino simplemente mención a la necesaria
formación de todos los hermanos. Veamos el texto de las
últimas Constituciones en el número 17.3.f : "Que
estén instruidos según las exigencias de su propia
región y se abrigue la esperanza de que podrán
desempeñar con fruto su propio oficio."
Es necesario entender bien este requisito dentro del
ámbito de nuestro carisma franciscano-capuchino. Me
explico por medio de dos aclaraciones. Primera, es
justo la necesidad de una formación sólida y seria por
parte de los candidatos, más aún si tenemos presente que
por el hecho de ser "religiosos" el día de mañana,
muchas personas se les acercarán a pedirles orientación
y consejos. De ahí que todo hermano necesite una buena
formación, independientemente del servicio o ministerio
que desempeñe en la fraternidad. Y segunda, no
confundamos la autenticidad vocacional, con la
consecución y presentación de un título académico, cosa
que en ocasiones ocurre. No necesariamente una persona
muy formada tiene más y mejor vocación que otra menos
formada. El criterio básico que debemos aplicar en el
DV es el de estimular y crear conciencia, en el
candidato, de la necesidad de una formación humana,
teológica y franciscano-capuchina. Pero poner nuestra
atención sobre todo en el ver si el candidato tiene un
deseo auténtico de consagrarse a Dios y a los hombres, y
si de cara a los formadores, posee una sincera
disponibilidad para aprender y dejarse guiar, pues ahí
está la base de la futura formación.
2.2.5.7. Vocaciones adultas
En primer lugar veamos el texto base de esta condición
vocacional, por medio del número 17.3.g de las actuales
Constituciones, que dice así: "En particular, si se
trata de candidatos de edad madura y de quienes hayan
tenido ya alguna experiencia de vida religiosa,
adquiéranse todos los informes útiles acerca de su vida
anterior."
Aquí sólo veremos lo referido a las vocaciones de una
edad madura, dejando para el siguiente requisito lo
dedicado a los que han tenido alguna experiencia
vocacional.
El concepto de vocaciones de edad madura o vocaciones
adultas es algo ambiguo, dado que todo dependerá del
contexto socio-cultural de cada circunscripción. En
línea general, y así lo hicimos notar en las "Encuestas"
previas al Congreso, por vocaciones adultas se entiende
aquellas que tienen entre 25 y 30 años. Otra cosa
distinta son las vocaciones de edad considerablemente
mayor.
El tema de las vocaciones adultas viene recogido en
nuestras Constituciones desde las del 1552 hasta las
actuales
.
La edad máxima de admisión, salvo casos edificantes para
el pueblo de Dios, era hasta el 1643 de 45 años. Luego
en el 1909 se rebajó a los 35 años. Para no decir nada
al respecto después de las Constituciones de 1968.
El "Documento de trabajo" del IV CPO sobre la Formación,
también se ha referido a las vocaciones adultas, texto
incluido en nuestro "Instrumento de trabajo" en el n.
49,3 gracias a vuestras sugerencias, en él se resalta
la creación de fraternidades especiales y de ver la
adaptación
psicológica
y espiritual del candidato
.
Lo más importante que nosotros debemos ver en un
candidato adulto es la capacidad que tiene de adaptarse
a la nueva vida religiosa, y especialmente a la vida de
fraternidad, así como conocer su historia personal y las
motivaciones que le mueven a pedir el ingreso en nuestra
Orden.
2.2.5.8. Clérigos, miembros de Institutos,
Sociedades Apostólicas, seminaristas y readmisión
El texto del número 17.3.h de las Constituciones de
1990, es un añadido casi exacto del Código de Derecho
Canónico, introducido por la Congregación de Religiosos
e Institutos Seculares
.
Veamos el texto citado, que dice así: "Si se trata
de recibir a clérigos seculares o a aquéllos que
hubieran sido admitidos en otro instituto de vida
consagrada, o en alguna sociedad de vida apostólica o en
un seminario, o de la readmisión de algún candidato,
obsérvese lo dispuesto en el derecho universal."
Para tener una visión completa de la evolución del tema,
es necesario recuperar aquí parte del contenido del
anterior número 17.3.g en lo referido a la admisión de
religiosos, presente en todas las Constituciones a
partir del 1552.
Y acerca de la readmisión de novicios, seminaristas,
etc. presentes desde las Constituciones de 1552 hasta
las actuales, excepto en las del 1925.
No creo que este requisito necesite muchas
aclaraciones: Baste aquí recordar la precaución que
durante el DV debemos tener con aquellos candidatos que
"van y vienen de convento en convento", teniendo casi
por profesión la de "trota conventos". Pues
difícilmente quien no vale para uno, podrá servir para
otro muy parecido, salvo casos excepcionales que
confirman la regla.
C O N C L U S I O N
A la hora de presentar unas conclusiones corro el
peligro de pretender descubrir la solución al problema
vocacional y, más en concreto aún, al acompañamiento y
discernimiento vocacional. Pero no quiero caer en esa
tentación fácil e imposible a la vez. Sólo deseo
compartir con vosotros unas ideas que constituyen para
mí el eje y centro esencial del tema de la ponencia,
confiando en que os sirvan de estímulo y ánimo para
vuestro trabajo vocacional.
A. En torno a nuestra pastoral vocacional.
1º Tengamos fe y esperanza, al igual que Francisco, en
que el Señor nos seguirá regalando nuevos hermanos,
muchos hermanos. Siempre y cuando nosotros seamos
sinceros colaboradores suyos, y busquemos en primer
lugar el bien y la felicidad del joven llamado.
2º Luchemos por desterrar de nuestros corazones y
mentes la preocupación existencial por el "número de
vocaciones", el "sentido de supervivencia", como hemos
leído en nuestros documentos. Realicemos en la Iglesia
y como Capuchinos un servicio de auténtica orientación
vocacional, con un gran sentido de respeto y de
eclesialidad, siguiendo el ejemplo de Francisco. De
esta forma los jóvenes no tendrán reparos en acercarse a
nosotros a buscar su propia vocación. Y quién sabe...
tal vez sea la capuchina.
3º Asumamos todos juntos una de las más significativas
características del franciscanismo, la gran riqueza que
encontramos en la unidad y en la pluriformidad de
nuestra Orden, también aplicable al ámbito de la PV.
Descubriendo y valorando lo positivo que cada
circunscripción nos ofrece y enseña. Sólo así podremos
tener un mínimo necesario de orientación y trabajo
conjunto a nivel de Orden, es decir, de todos los
futuros Hermanos Menores Capuchinos.
B. En torno al acompañamiento vocacional
1º Para desarrollar un verdadero acompañamiento
tenemos que asumir dos realidades: primera, fe en que
Dios sigue llamando a jóvenes a ser Capuchinos, pues El
siempre cuidará de los hermanos de Francisco; y
segunda, mucha paciencia y constancia con los jóvenes,
dedicándoles nuestro tiempo y trabajo, desde nuestra
característica capuchina de cercanía al pueblo.
2º Nuestro acompañamiento debe desarrollarse
conjuntamente a nivel humano, cristiano y vocacional,
sin dejarnos ninguno de ellos y utilizando todos los
medios humanos y espirituales, así como los que nos
ofrecen la vida de Francisco y de nuestros primeros
hermanos. Para poderlo realizar correctamente
necesitamos una esmerada formación.
3º El joven lo que más busca en el acompañante es su
cercanía y su comprensión, lo que he llamado "empatía
vocacional". Sólo desde esa actitud, muy franciscana y
capuchina, es desde donde podemos iniciar un eficaz
acompañamiento, pues de lo contrario, aunque seamos
hombres de fe y estemos muy bien preparados, nunca
podremos llegar a ese joven y mucho menos conocerle de
verdad para poder discernir su vocación, ni ser reflejo
actualizado de nuestra vocación franciscano-capuchina.
C. En torno al discernimiento vocacional
1º En todo discernimiento tenemos que asumir que la
vocación es un misterio, o como decía Francisco, un
don de Dios. Y por lo tanto que no existen fórmulas ni
recetas que garanticen su éxito. De ahí que, recordando
los orígenes de nuestra Reforma Capuchina, debamos
desarrollar nuestro DV especialmente a un nivel de fe,
de oración y de conversión. Sabiendo aceptar la ayuda
orientativa que en la actualidad nos ofrecen las
ciencias humanas.
2º No debemos buscar a jóvenes perfectos o
superhombres. Estos no han existido ni existirán. Es
suficiente con pedir que sean jóvenes normales y con un
grado de madurez media según su edad y circunstancias de
vida. Pero sin caer en el error fácil de pensar que
"todos valen para ser Capuchinos". Recordad la
selección de vocaciones que hacía Francisco. Lo más
importante que debemos encontrar en dicho joven es el
deseo de consagrarse a Dios y la capacidad para aprender
y dejarse formar.
3º Es fundamental que, además de todos los requisitos
expresados para el discernimiento en general de una
vocación a la vida religiosa, nosotros apliquemos los
específicamente franciscano-capuchinos, pues de lo
contrario podemos encontrarnos con buenos religiosos,
pero no idóneos Capuchinos. Pues al igual que Francisco
revitalizo la Iglesia con su nueva vocación, también
nosotros debemos seguir enriqueciéndola con la nuestra
capuchina y para ello es imprescindible una adecuada
renovación en campo vocacional.
Gracias, por vuestra fraterna atención.
Hno. Pedro Enrique Rivera Amorós
Prov. Valencia (España)
PREGUNTAS SOBRE EL ACOMPAÑAMIENTO Y EL DISCERNIMIENTO
VOCACIONAL
SOBRE EL AV "FRANCISCANO-CAPUCHINO"
1. ¿Cuáles deberían ser las principales
características y formas de un AV franciscano-capuchino
en tu circunscripción?
2. ¿Cómo se podrían desarrollar y realizar dichas
características y formas?
SOBRE EL DV "FRANCISCANO-CAPUCHINO"
3. ¿Cuáles deberían ser las principales
características y requisitos de un DV
franciscano-capuchino en tu circunscripción?
4. ¿Cómo se podrían desarrollar y realizar dichas
características y requisitos?
(Si queda tiempo) SOBRE EL AV Y DV "TEOLOGICO-ECLESIAL"
5. ¿Cuáles son los principales problemas y las
soluciones adoptadas en el AV y DV teológico-eclesial en
tu circunscripción?
Cfr. "Instrumento
de trabajo" nn. 47-50.
Cfr. Documento
Conclusivo del II Congreso Internacional de
Obispos y otros responsables de las vocaciones
eclesiásticas, Roma, 1982, nn 55-56.
(a continuación será citado como "DC").
Cfr. Sviluppi della Pastorale delle vocazioni
nelle chiese particolari, Roma, 1992, 87. (a
continuación citado como "Sviluppi"); DC 51.
Cfr. DC 52; Sviluppi 87.1.
Cfr. DC 53; Sviluppi 87.4.
Cfr. DC 53; Sviluppi 87.4
Cfr. A. PLOTTI, La scelta vocazionale: un
cammino spirituale, en: AA.VV., Giovani
oggi: dalla proposta alla scelta vocazionale,
Rogate, Roma 1985, pp. 199-227.
Cfr. "Instrumento de trabajo" 47-50.
Cfr. L. IRIARTE, La experiencia vocacional
de san Francisco, en: "Cuadernos
franciscanos de renovación", 42 (1978) 71-72;
Ibid., La vocazione di San Francesco e
dei suoi Fratelli e Sorelle, en: "Vita
Minorum", 49 (1978), 233-236; Ibid.,
L'approccio delle vocazioni al primo Ordine
vivente san Francesco, en: "Studi e
ricerche francescane", 11 (1982) 5-7; Ibid.,
Vocazione, chiamata, en: "Dizionario
Francescano", Padova, Messaggero, 1983,
1999-2001; T. BARGIEL, Iniziazione alla vita
religiosa nella tradizione monastica e nella
primitiva fraternitá francescana,
(Dissertatio ad Doctoratum), Romae, Pontificium
Athenaeum "Antonianum", 1989.
Textos acerca de la vocación de los primeros
hermanos: Cfr. 1Cel 24.
109; Flor 5; TC 31-32. 41-45; LP 31; AP
13-14.
Cfr. RnB 7,12.; LP 103,d.
Cfr. 1 CtaF 1,10; 2CtaF 53; Cfr. 1Cel
38-39. 42; 2Cel 155; LP 12. 19; LM 3,3; Lm
2,2.
Cfr. CtaO 9; RB 9,3-4; Cfr. AP 41; 1Cel
89; LM 8,3; Lm 2,2; LP 58.
Cfr. 2Cel 59; LM 7,2. 7,9; LP 9. 58. 106;
EP 10; Flor 5.
Cfr. RnB 7,1; Cfr. 1Cel 38; 2Cel 140; EP
85.
Cfr. RnB 21,3. 23,4; 1CtaF 1,1-5; 2CtaF 25;
Tes 26; Cfr. 1Cel 42; LM 15,1; TC 37; AP
19.
El mismo texto lo encontramos en las
Constituciones de 1968, 1970, 1975, 1982 y 1990.
IV CPO "Documento de trabajo" 59 (cfr. La
promozione vocazionale. Impostazioni e
prospettive attuali, Sussidi per la
Formazione, n. 2, Roma, Secretariato
Generale della Formazione dei Cappuccini.
Curia Generale dei Fratri Minori Cappuccini,
1979, n. 93; La edición española es La
promoción vocacional, Secretariado General
de Formación Capuchina, Publicación número 2 del
Secretariado de la Conferencia Ibérica de
Capuchinos, Sevilla, 1980. (Trad. GRABIEL DE
SOTIELLO), n.88; Litterae Ministri Generalis
O.F.M.Cap. ad totum Ordinem circa Formationem,
en Analecta OFMCap., 93 (1977) 194.
Textos
originales, cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1909, p.53.
Texto completo:
"Es particularmente importante crear centros
de formación e irradiación de la vida cristiana,
auténticas comunidades cristianas juveniles,
entendidas como medios de promoción y
orientación vocacional con vistas a una opción
evangélica de vida. En tales comunidades los
jóvenes deben llevar una vida adecuada a su edad
y desarrollo y gozar de plena libertad de
opción".
IV CPO "Documento de trabajo" 60 (cfr.
Sussidi per la Formazione, n.
2: La promozione vocazionale, 43; Ed.
española 33-34; " Optatam totius " n.
3).
Texto completo:
"Entre los rasgos más significativos de estas
comunidades pueden subrayarse los siguientes:
intensa vida espiritual y litúrgica (bien que
adaptada a la edad); ambiente de familia entre
educadores y alumnos y entre los mismos
alumnos; clima juvenil de iniciativa, de
creatividad y de entusiasmo; apertura a la
propia familia natural, a los compañeros, a la
parroquia, a los grupos juveniles empeñados, a
los problemas de la sociedad; maduración
constante y progresiva; lugar de tranquilidad y
de trabajo; valorización del método práctico,
de la experiencia como sistema decisivo en la
formación y en la dinámica de la realización del
franciscanismo; programación de los estudios
de modo que los alumnos puedan proseguirlos en
otra parte sin dificultad, etc..." IV CPO
"Documento de trabajo" 60 (cfr. OT 3).
Cfr.
"Instrumento de trabajo" nn. 39-46.
Cfr. c. 642; OT 6; PC 24.
Cfr. L. IRIARTE, Vocación franciscana,
en: GIORDANI B. - CONTI M., La vocazione per
la Chiesa di oggi, Roma, Antonianum, 1979,
pp. 137-140.
Para profundizar sobre el tema ver: E. ACOSTA
MAESTRE, El discernimiento de espíritus y su
aplicación segun san Francisco de Asís, "Laurentianum",
25 (1984) 415-448; R.
BARTOLINI, Lo Spirito del Signore. Francesco
di Assisi guida all'esperienza dello Spirito
Santo, Assisi 1982; C.
KOSER, Carisma y discernimiento, en
"Selecciones de Franciscanismo", 3 (1974)
124-133.
Cfr. LP 22.
56; EP 7. 8. 55. 88; 1Cel 27. 32; AP 18.
31. 44 ;LM 3,8; TC 62.
Cfr. EP 103; LP 62. 70. 112; 2Cel 40. 81;
LM 7,3.
Cfr. RnB 2,2; RB 2,1; 2Cel 15; AP 10; TC
35; Flor 2.
Cfr. LP 22. 56.; EP 7. 8. 55. 88; 1Cel 27.
32; AP 18. 31. 44; LM 3,8; TC 62.
Cfr. Tes 7; ParPN 5; 2CtaF 2.
Cfr. TC 36; 1Cel 27; AP 18.
Cfr. RnB 2,12. 19,1; RB 1,2. 2,2-3. 12,4; Tes
34; TC 46; 2CtaCle 13; LM 3,4. 4,3; 1Cel 25.
Cfr. RnB 1,1. 24,4; RB 1,1.
2,11; Tes 38-39; CtaO 40; LP 112.
Constituciones
1968, 1970, 1975, 1982 y 1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1536, p.40; 1552,
p.84; 1575, p.155; 1608, p.227; 1638,
pp.321-322; 1643, p.573; cfr.
Constitutiones Antiquae, Vol.II: 1909,
p.50; 1925, p.366. Y en las postconciliares
del 1968, 1970, 1975, 1982 y 1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II: cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1536, p.40; 1552,
pp.83-84; 1575, p.155; 1608, p.227; 1638,
p.321; 1643, p.573; cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.II: 1909, p.50; 1925,
p.366. Y en las postconciliares del 1968,
1970, 1975, 1982 y 1990.
IV CPO 59.
Cfr. IV CPO "DT" 56.
Textos originales de las Constituciones
anteriores al Concilio Vatinaco II, cfr.
Constitutiones Antiquae, Vol.I: 1536,
pp.40-41; 1552, pp.84-85; 1575,
pp.155-156; 1608, p.227; 1638, p.322;
1643, p.573; cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1909, pp.50-51; 1925, p.366. Y en
las postconciliares del 1968, 1970, 1982 y
1990.
Cfr. nota n. 12
del n. 17,3 en: Francisco IGLESIAS,
Constitutiones Fratrum Minorum Capuccinorum
post Concilium Vaticanum II retractatae (a.
1968-1988).
I Textus. (22 Maii 1988),
Romae, Curia Generalis OFMCap., 22.V.1988.
Cfr. I CPO 30; II CPO 35; IV CPO 13-22; V
CPO 18.
21.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
p.156; 1608, p.228; 1638, pp.322-323;
1643, p.574; cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1909, pp.51-52; 1925, p.366. Y en
las postconciliares del 1968, 1970, 1975, 1982 y
1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
p.156; 1608, pp.227-228; 1638, p.322;
1643, pp.573-574; cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.II: 1909, p.51; 1925,
p.366. Y en las postconciliares del 1968,
1970, 1975, 1982 y 1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
p.156; 1608, p.228; 1638, p.322; 1643,
p.574; cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1909, p.51; 1925, p.366. Y en las
postonciliares del 1968, 1970, 1975, 1982 yb
1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1575, p.156; 1608,
p.228; 1638, p.322; 1643, p.574; cfr.
Constitutiones Antiquae, Vol.II: 1909,
p.51; 1925, p.366.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vatiano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1536, p.40; 1552,
pp.84-85; cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1925, p.366.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
pp.155-156; 1608, pp.227-228; 1638,
pp.322-323; 1643, pp.573-574; cfr.
Constitutiones Antiquae, Vol.II: 1909,
pp.51-52; 1925, p.367. Y en las
postociliares del 1968, 1970, 1975, 1982 y 1990.
Texto completo:
"Convendrá crear Fraternidades a propósito
para las vocaciones adultas, ya que éstas
presentan problemas específicos y, por lo mismo,
exigen criterios de crecimiento bastante
diferentes de los de las vocaciones juveniles.
Durante un período conveniente, estas vocaciones
adultas deberán iniciarse en el paso necesario
mediante una gradual adaptación psicológica y
espiritual, sometiendo a revisión muchas de sus
estructuras mentales y de sus posiciones a la
luz del Evangelio y del espíritu
franciscano-capuchino. Debe prestarse especial
atencción a la capacidad para aprender y a la
consecución de los necesarios títulos de
estudio, bien que sea necesaria una cierta
elasticidad y adaptación por lo que respecta a
la formación intelectual". IV CPO "DT" 61.
Cfr. nota n.6
del n. 17,3,h) en: IGLESIAS, Constitutiones...
I Textus, 18.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
pp.155-156; 1608, pp.227-228; 1638,
pp.322-323; 1643, pp.573-574; cfr.
Constitutiones Antiquae, Vol.II: 1909,
pp.51-52; 1925, p.367. Y en las
postconciliares de 1969, 1970, 1975, 1982 y
1990.
Textos
originales de las Constituciones anteriores al
Concilio Vaticano II, cfr. Constitutiones
Antiquae, Vol.I: 1552, p.85; 1575,
p.156; 1608, p.228; 1638, p.322; 1643,
p.574; cfr. Constitutiones Antiquae,
Vol.II: 1909, p.51. Y en las postconciliares
del 1968, 1970, 1975, 1982 y 1990.
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