FEDERACIÓN INTERFRANCISCANA
XV Asamblea MADRID 12 -13 Enero 2001
“LA VOCACIÓN FRANCISCANA EN EL NUEVO MILENIO”
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LA VOCACIÓN FRANCISCANA EN EL NUEVO MILENIO
INTRODUCCIÓN
1ª Parte Validez del carisma franciscano ante el
nuevo milenio.
2ª Parte Crisis de vocaciones: Sí, pero yo no...
3ª Parte Una Pastoral Juvenil Vocacional
franciscana.
1ª Parte VALIDEZ DEL CARISMA FRANCISCANO EN EL
NUEVO MILENIO.
1. FRANCISCO DE ASÍS: CARACTERÍSTICAS DE SU VOCACIÓN.
2. CLARA DE ASÍS: CARACTERÍSTICAS DE SU VOCACIÓN.
2ª Parte CRISIS DE VOCACIONES: ASÍ, PERO YO NO...
1. REALIDAD DE LOS JÓVENES DE HOY: CERCANOS A
NUESTROS AMBIENTES FRANCISCANOS.
2. CÓMO NOS VEN LOS JÓVENES: NUESTRA REALIDAD
3. INVITACIÓN A LOS JÓVENES A SEGUIR A FRANCISCO Y
CLARA.
3ª Parte LA PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL FRANCISCANA
1. LA PASTORAL VOCACIONAL DE FRANCISCO Y DE CLARA
1.1. Francisco de Asís y su “pastoral vocacional”.
1.2. Clara de Asís y su “pastoral vocacional”.
2. UNA OPCIÓN CLARA Y PREFERENCIAL POR LA PASTORAL
VOCACIONAL.
2.1. La Pastoral Juvenil Vocacional “ad intra” y “ad
extra”: iguales y complementarias.
2.1.1. Pastoral Juvenil Vocacional “ad intra”.
2.1.2. Pastoral Juvenil Vocacional “ad extra”.
2.2. La oración en la Pastoral Juvenil Vocacional: vital
2.3. Equipo vocacional, con un hermano dedicado
totalmente.
3. DESDE FRANCISCO A SUS MINISTROS: SUGERENCIAS DE
PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL.
3.1. Un ejemplo de la "Pastoral vocacional" de
Francisco: Florecilla n. 37
3.2. Algunas sugerencias a vosotros, hermanas y hermanos
Provinciales, sobre Pastoral Juvenil Vocacional
3.3. La Familia Franciscana: unidad y pluriformidad en
Pastoral Juvenil Vocacional
Hno. Pedro Enrique Rivera, OFM Cap
Provincia de Valencia
LA VOCACIÓN FRANCISCANA EN EL NUEVO MILENIO
INTRODUCCIÓN
Hace unos meses el Hno. Manuel Muñoz me pidió el favor
de hacer esta ponencia por dificultades de encontrar a
otro hermano para realizarla. Estoy seguro que hay
hermanos más preparados y con más experiencia que yo, y
por eso desde una actitud fraterna de colaboración, y
nunca “magisterial” acepté este compromiso. Sea ésta mi
pequeña contribución a crear y fomentar nuestra Familia
Franciscana. Y sirvan estas palabras como presentación y
agradecimiento por estar aquí entre vosotros. Me
gustaría ahora brevemente presentar cuáles serán las
tres partes centrales de mi exposición.
1ª Parte Validez del carisma franciscano ante el
nuevo milenio.
Estoy convencido, si no estaría aquí, que el carisma de
Francisco de Asís y de Clara de Asís, son válidos y
actuales, tanto para el ámbito religioso cristiano y no
cristiano, así como también para el ámbito civil o no
religioso. Y creo que no es pecar de “barrer para casa”
si digo que Francisco y Clara han sido, son y serán dos
personas que con su vida y ejemplo han ayudado
decisivamente a mejorar la Iglesia y el mundo.
2ª Parte Crisis de vocaciones: “Sí, pero yo no...”
Comenzaré afirmando, y no es para “curarme en salud”,
que el tema de las vocaciones es un misterio. Mucho más
cuando leemos estudios y encuestas en donde los jóvenes
cercanos a nosotros dicen “Sí, admiro vuestra Vida
Religiosa..., pero no es para mí...” Este es el misterio
vocacional que intentaremos clarificar, pues en él se
fundamenta el futuro de la Vida Religiosa franciscana. Y
me apresuro a puntualizar que no es tanto por razones de
supervivencia, cuanto por fidelidad al carisma que el
Señor dio a Francisco y Clara.
3ª Parte Una Pastoral Juvenil Vocacional
franciscana.
Es sabido de todos que en Pastoral Juvenil Vocacional no
existen “fórmulas matemáticas, ni recetas” que la hagan
eficaz. Y gracias a Dios que es así, pues de lo
contrario estaría tal vez sujeta a intereses personales
e institucionales, no siempre aceptables. Hoy, tal vez
más acentuado que en años atrás, nos encontramos
inmersos en una crisis vocacional de difícil explicación
a simple vista. Yo, como es lógico, y siento decepcionar
vuestras expectativas, no tengo la solución mágica,
aunque sí una idea clara y precisa que puede darnos luz.
Os la adelanto sintéticamente, pues luego la
desarrollaré ampliamente:
1º Estoy seguro que los jóvenes de hoy y del mañana,
están dispuestos a plantearse una vocación a la Vida
Religiosa si vivimos y manifestamos de verdad, y no sólo
de palabra, que valoramos a todas las vocaciones
cristianas por igual, sin privilegios espirituales y
eclesiales, pues todas las vocaciones proceden de Dios y
todas son necesarias para extender su Reino en el mundo;
2º Los jóvenes quieren ver en nosotros mujeres y
hombres felices y normales, contentos por consagrar
nuestra vida a Dios y a los demás, al estilo de
Francisco y Clara, es decir, en fraternidad, orantes y
alegres.
3º Tenemos que demostrar a los jóvenes, con hechos,
que nuestra Pastoral Juvenil Vocacional es para
ayudarles a ser felices, a buscar su propia vocación, y
que no vamos a por ellos como última posibilidad para
salvar y mantener ciertas obras y apostolados.
1ª PARTE: VALIDEZ DEL CARISMA
FRANCISCANO EN EL NUEVO MILENIO.
Es curioso y en ocasiones asombroso cómo son tantas
personas, jóvenes y mayores, los que conocen a San
Francisco de Asís, y aunque algo menos, también a Santa
Clara de Asís. Son numerosísimos los grupos,
movimientos, asociaciones, etc., de todo tipo social,
cultural y religioso que inspiran sus ideales en ellos.
Creo que esto es la más patente confirmación de su
vigente actualidad. Veamos muy resumido cuáles son las
características fundamentales de sus respectivas
vocaciones, pues eso nos ayudará a ver cómo nosotros,
sus hermanos y hermanas, las representamos, vivimos y
las ofrecemos a otros.
1. FRANCISCO DE ASÍS: CARACTERÍSTICAS DE SU VOCACIÓN.
Comenzaré aclarando que en los escritos de Francisco
nunca aparecen los términos “vocación” ni “llamada”
referidos a la llamada vocacional. Pero sí en las
fuentes, como el hecho de abrazar el nuevo estilo de
vida de Francisco y de los primeros hermanos. Veamos
ahora un poco más detenidamente cuáles son las
características fundamentales de la vocación de
Francisco; para ello utilizaré un estudio realizado por
el P. Lázaro Iriarte.
1.1. La vocación es un don de Dios.
Para Francisco su vocación es un don gratuito de Dios
concedido a él personalmente, es una inspiración divina,
que supondrá el sentido último de su vida y su misión.
Francisco dice que "El Señor me reveló cómo debía
vivir..." y "El Señor me concedió...". Poniendo siempre
como centro de toda vocación a Dios. Lo mismo pide a
quien quiere seguirlo en su nuevo camino: "Si alguno,
por divina inspiración, quiere escoger esta vida...", es
decir, tiene que sentir la llamada de Dios a vivir como
él, y no solamente por una admiración humana.
1.2. La vocación es conversión-penitencia.
La vocación para Francisco significa conversión. Supone
un cambio de vida por el Evangelio, y además también
conlleva una vida de penitencia, aspecto este esencial
para Francisco y para los primeros hermanos. Pero la
conversión de Francisco no fue algo rápido y total, sino
progresiva y lenta, descubrió al hombre como hermano y a
Cristo como el Hermano mayor; y todo ello lo vivirá
cuando descubra su vocación evangélica, es decir, el
Evangelio como proyecto de vida; sigue su proceso de
conversión venerando el misterio de la Trinidad; y
finalmente descubriéndose a sí mismo y aceptándose como
es.
1.3. La vocación supone dejar el mundo.
Para Francisco la única respuesta total y sincera que
podía darle a Dios, suponía cambiar de estilo de vida,
dejar unos esquemas y valores mundanos, para escoger y
vivir unos evangélicos. Francisco encarna así
radicalmente este cambio, pues su vida será como un
evangelio viviente y una constante denuncia profética de
los males del mundo.
1.4. La vocación implica renunciar a todos los bienes.
Francisco, inspirado por el texto del “joven rico” del
evangelio, pone en práctica el desprendimiento total de
todos los bienes. Francisco impuso este precepto en la
Regla para que fuese observado por los hermanos que
deseaban seguirle. Pero el desprendimiento mayor era el
de la propia persona para ponerla a disposición del
Señor y de los hermanos.
1.5. La vocación exige dejar la propia familia.
Con el fin de tomar conciencia de la nueva familia de
hermanos espirituales en donde se tiene que fundamentar
la vocación franciscana; es decir, la vida fraterna.
Pero esta renuncia no significa rechazo del afecto hacia
la familia de origen, todo lo contrario, se amplia dicho
afecto a todas las familias de todos y cada uno de los
hermanos, pues decía que “la madre de uno es la madre de
todos”.
1.6. La vocación es compartir la vida con los otros
llamados.
La vida fraterna es vivir como hermanos, compartir una
vida, una fe, una vocación; esto es el significado
profundo de la vida fraterna. De ahí la importancia
decisiva que tiene en el discernimiento vocacional
franciscano, la capacidad o no que un candidato tiene
para vivir la vida fraterna.
2. CLARA DE ASÍS: CARACTERÍSTICAS DE SU VOCACIÓN.
Comenzaré confesándoos, hermanos, y especialmente a
vosotras hermanas, que mi conocimiento sobre la vida de
Santa Clara es muy limitado y algo superficial. De ahí
que esta presentación de su vocación sea necesariamente
breve y sintética. De todas formas, he hecho todo lo
posible por resaltar las cosas más importantes y útiles
para nuestra reflexión en clave vocacional, al igual que
hice antes con Francisco. Lo primero que tengo que
deciros, aunque es de suponer, es el haber encontrado
una gran similitud entre la vocación de Clara y de
Francisco, o mejor dicho, Clara recoge y asume los
planteamientos y características de Francisco, dándole
su toque personal y su vivencia claustral. De aquí surge
uno de los rasgos más significativos de la Familia
Franciscana, la complementariedad vocacional entre todos
nosotros, que nace ya desde los tiempos de Francisco y
Clara, pues uno vive y realiza la vocación peculiar del
otro, y ambos la siguen en fraternidad y en pobreza.
Veamos algunas de las características esenciales de la
vocación de Clara.
2.1. La vocación es un “gran beneficio de Dios”.
Para Clara el don de la vocación es un “gran beneficio”
que Dios le hizo a ella y a sus hermanas. Para Clara la
vocación recibida de Dios consiste en consagrarse a Él
viviendo el Evangelio como norma suprema y siguiendo el
ejemplo de vida y de vocación de Francisco. De ahí que
el mismo Francisco le diera a ella y a sus hermanas la
llamada “Forma de Vida”, que supondrá el inicio y la
confirmación del don vocacional recibido de Dios, y que
posteriormente Clara recoge en su Regla.
2.2. La vocación necesita de penitencia y de una
conversión a Dios.
Para Clara la vocación es una respuesta al Señor desde
la penitencia y la conversión de vida. Clara siempre
vivió como una mujer feliz y gozosa por haberse
entregado a su Señor, pero también penitente, paciente y
sufriente por estar cerca de Cristo sufriente y de su
Madre, María.
2.3. La vocación supone abandonar el mundo: la
clausura.
En aquellos tiempos, Clara inaugura una forma novedosa
de vocación religiosa para las mujeres, pues aunque
aceptase vivir en un convento, nunca se identificó con
el estilo monacal, que por aquel momento era el único.
Clara buscaba su mayor entrega a Dios yendo a tierras
lejanas a anunciar el Evangelio, con el deseo incluso
de morir como mártir, pero Francisco la convenció para
que no lo hiciese y se quedara en la ermita de San
Damián. De ahí que para Clara la clausura sea siempre un
medio para vivir la vocación y nunca como un fin en sí
mismo, incluso pudiéndose suavizar por motivo “útil,
razonable, manifiesto y aprobado” (ClR 2,12).
2.4. La vocación implica renunciar a todos los bienes:
privilegio de la pobreza.
Para Clara el seguimiento de la vocación suponía la
renuncia a todas sus posesiones y bienes familiares y la
entrega de todo a los más pobres, y si esto no era
posible, al menos el deseo sincero de hacerlo. Para
poder vivir luego de forma radical la altísima pobreza,
opción confirmada por el Papa Inocencio III con “el
privilegio de la pobreza” dado a Clara.
2.5. La vocación exige una profunda vida de oración.
La oración constituye para Clara el centro de su vida
consagrada: “Orar con toda la vida a Dios”. La vida
interior y de fe tenía una doble dimensión, por un lado
era muy mariana, en cuanto al seguimiento del Señor y de
su Madre María, manifestada en la actitud de “maternidad
fraternal” entre las hermanas, y por otro lado muy
trinitaria, en cuanto a la conciencia de la presencia
trinitaria de Dios en su vida y en su vocación.
2.6. La vocación es crear la “santa unidad” entre las
hermanas.
La caridad y la corresponsabilidad fraterna se
convierten para Clara y para las hermanas en los
fundamentos de su vida cotidiana, manifestada en la
llamada “santa unidad” de amor y caridad entre ellas.
Las hermanas son para Clara un don de Dios y una
confirmación de la vocación.
2ª PARTE: CRISIS DE VOCACIONES:
“SÍ, PERO YO NO...”
1. REALIDAD DE LOS JÓVENES DE HOY: “CERCANOS A
NUESTROS AMBIENTES FRANCISCANOS”.
Hablo de los jóvenes cercanos a nuestros ambientes
franciscanos, pues sería inútil hacer una reflexión
sobre todos los jóvenes en general, por la amplitud de
tema y porque a nivel sociológico ya existen estudios
mucho más completos y científicos. Estoy convencido que
nuestros jóvenes, aquellos que pertenecen a nuestros
grupos juveniles, aquellos que frecuentan nuestros
conventos e iglesias, los que asisten a nuestros
colegios, etc., son esencialmente, y permitidme la
expresión familiar, “buenos chicos”, son jóvenes sanos y
normales, eso no excluye dificultades y problemas, pero
son lógicas de la edad y del ambiente social. Veamos
algunas de las características de los jóvenes de hoy.
1.1. Son “hijos” de una sociedad cómoda y fragmentaria.
Nuestros jóvenes son hijos de su tiempo y de su realidad
social. En la mayoría de los casos viven dentro de un
ambiente cómodo y confortable. En donde más o menos, y
gracias al trabajo y esfuerzo de la familia, y en el
caso de los más mayores de su propio trabajo, tienen
resueltas las necesidades básicas e incluso más. Todo
ello influye a la hora de entender y valorar la vida, lo
que tienen y lo que no tienen. Además de esta comodidad,
también están sujetos a una realidad psicológica y
social fragmentaria, es decir, que se les ofrece de todo
y para todo. Ante cualquier necesidad rápidamente tienen
varias posibilidades, y como ya sabemos, no siempre
aceptables ni recomendables. Están sometidos a un
constante “bombardeo” de todo. Esto origina en ellos una
cierta inmadurez, pues al carecer, por la edad y la
formación, de unos sólidos fundamentos y claros
criterios, no saben en muchas ocasiones cómo pensar y
actuar, dejándose por ello llevar por la moda, por la
mayoría o, simplemente, para no ser rechazado por sus
amigos y compañeros.
1.2. “Deseo” de entrega y de radicalidad.
Juntamente con esa cierta inmadurez, que viene de
tenerlo casi todo y al momento, también es cierto, y
cada día más, que viven todo eso de manera
insatisfactoria, no les termina de llenar, de hacer
felices, aunque no sepan o no quieran cambiar. De ahí
que aunque parezca contradictorio, dentro de ellos se da
un sincero deseo de entrega, de compromiso, etc., y como
es lógico de la edad, con un proyecto radical para
cambiar el mundo. Me apresuro a clarificar que esta
“entrega radical” no tiene para ellos las mismas
connotaciones que para nosotros, pues una cosa es
entrega radical para arreglar el mundo, incluso desde la
fe cristiana, y otra muy distinta para ellos es la
“entrega radical en la vida consagrada”.
1.3. La posibilidad de las diversas vocaciones para ser
un buen cristiano.
El Concilio Vaticano II, entre otras muchas cosas
buenas, nos ayudó a redescubrir el sentido profundo y
amplio del “Pueblo de Dios”, y a saber que lo más
importante es nuestro bautismo. Y en eso radica nuestra
especial consagración, en que somos bautizados, somos
hijos de Dios y pertenecientes a su Pueblo. De aquí se
desprende una maravillosa consecuencia, no siempre
aplicada con suficiente generosidad evangélica en
ambientes eclesiales: “Todas las vocaciones específicas
o particulares proceden de Dios, son igualmente
valoradas por Él, y todas son necesarias para construir
y extender el Reino de Dios”. Pero fijaos qué cosa más
curiosa ocurre en nuestros jóvenes. Ellos sí que tienen
claro que para ser buen cristiano, que en definitiva es
lo único importante, no es necesario ser religioso o
religiosa. También lo pueden ser formando una familia o
quedándose solteros. Hoy día la iglesia de base, el
amplio pueblo de Dios, tiene claro que para ser un buen
cristiano existen varios caminos. Lógicamente este
planeamiento influye decisivamente en nuestra Pastoral
Juvenil Vocacional, pues sin despreciar ni infravalorar
a la Vida Religiosa, tampoco ésta es vista como un
privilegio o una “especial consagración” que asegura la
santidad, o es un honor para la familia, o permite
adquirir una buena formación, etc.
1.4. Ser cristiano sí, pero sin un compromiso
definitivo, ser “libre”.
Para el joven de nuestro tiempo lo definitivo casi no
existe y la libertad es algo incuestionable. De ahí que
surjan multitud de ofertas para colaborar
desinteresadamente pero por un espacio concreto y corto
de tiempo. Pensemos en nuestros animadores de grupos,
catequistas, ONGs, etc. Los jóvenes de hoy están
dispuestos a ser cristianos, pero temen los compromisos
definitivos y el dejar de ser libre. Aunque luego,
inconsecuentemente, se empeñen por mucho tiempo en
préstamos, clubes, etc. y estén después dispuestos a
obedecer las numerosísimas leyes de la moda y de la
sociedad. Todo este planteamiento complicado nos afecta
directamente a la hora de plantear una Pastoral Juvenil
Vocacional, y más en concreto ante la posibilidad de una
propuesta vocacional a la Vida Religiosa en donde lo
definitivo y la obediencia es algo esencial.
1.5. Los jóvenes de hoy son buenos, pero muy inmaduros
(afectividad y autoestima).
Repito lo que dije anteriormente: estoy convencido de la
bondad de nuestros jóvenes. Pero también estoy
convencido de su cierta inmadurez, especialmente a nivel
de afectividad y de autoestima. Y ambas realidades son
fundamentales en todo proceso humano, cristiano y
vocacional. Muchos de nuestros jóvenes tienen problemas
afectivos enraizados en las familias y prolongados en la
relación con sus amigos y compañeros. La afectividad,
entendida como la capacidad de amar y ser amado,
constituye la base emocional sobre la que se tendrá que
construir su personalidad. Las experiencias negativas en
este campo marcarán mucho su futuro. Y si a este aspecto
añadimos la baja autoestima que normalmente tienen los
jóvenes de hoy, nos encontramos con un panorama
verdaderamente difícil para trabajar en Pastoral Juvenil
Vocacional. Tal vez, ahora, se puede comprender, y no
pretendo que lo aceptéis, lo que antes os decía de
dedicarnos especialmente a los jóvenes cercanos a
nuestros ambientes franciscanos, pues si queremos
ayudarles a todos en su proceso de maduración humana,
cristiana y vocacional, la tarea es amplísima y nuestras
fuerzas, y me gustaría equivocarme, son escasas o cuanto
menos limitadas. De todas formas creo que todos los
jóvenes merecen nuestra entrega y nuestro trabajo, y de
verdad que me gustaría que fuese posible atenderlos a
todos.
2. CÓMO NOS VEN LOS JÓVENES: “NUESTRA REALIDAD”
A la hora de comentar la posible imagen que damos a los
jóvenes de hoy, no quiero entrar intencionadamente en
estadísticas, ni números, pues estoy seguro que todos
hemos leído las encuestas y los artículos que
últimamente, tanto en CONFER como en otros lugares, se
han realizado. Simplemente quiero expresar esas cosas
que oímos directamente a los jóvenes en reuniones, en
conversaciones privadas, etc.
2.1. Religiosos muy entregados... incluso demasiado
activos y ocupados.
A los religiosos nos ven normalmente, aunque también
existen las excepciones que confirman la regla, muy
entregados y trabajadores. Cosa que valoran en principio
como algo muy positivo, pues es el mejor testimonio de
nuestra entrega por los demás, de nuestra consagración a
Dios para hacer el bien y extender el Reino de Dios.
Todo ello es bueno, siempre y cuando no apague es
espíritu de nuestra vocación (parafraseando a San
Francisco). Y aquí surge en ocasiones algo un tanto
negativo: los jóvenes nos ven muy ocupados, con mucho
trabajo, con mucha actividad, etc. y esto les bloquea a
la hora de acercarse a nosotros, de pedirnos ayuda, de
poder hablar con tranquilidad, etc. Es frecuente
escucharles: (no te he dicho nada porque te veía muy
ocupado, sin tiempo... y no quería molestarte, ni
crearte más problemas,... y además yo no soy tan
importante como otras cosas que tienes que hacer...! En
esta frase artificial, pero creo que real, podemos
encontrar el círculo cerrado que afecta negativamente en
nuestra Pastoral Juvenil Vocacional. No tenemos tiempo
para perderlo con ellos, y ellos no se creen merecedores
de nuestro interés y dedicación. Por algún lado
tendremos que romper este círculo cerrado, tal vez,
nosotros, por nuestra madurez y formación, podamos dar
el primer paso.
2.2. No saben distinguir entre el ideal de Francisco y
Clara en el siglo XII y su actualización.
Hace ya muchos años cuando se estrenó la película
Hermanos Sol, hermana Luna, muchos jóvenes entraron
a nuestros conventos pensando que lo que vieron en la
película era lo que luego se iban a encontrar en el
convento. Esto originó numerosos problemas vocacionales
y formativos. No es que con la película de Francesco
se haya solucionado el problema, pero al menos entre las
dos, sacando la media, pueden acercarse más a la
realidad. Perdonarme esta alusión cinéfila y un tanto
superficial para comentar algo que en Pastoral Juvenil
Vocacional tenemos que tener muy presente: los jóvenes,
a la hora de plantearse la vocación franciscana, tienen
en mente el ejemplo de Francisco y Clara. Nosotros les
damos libros y catequesis sobre lo que decían y vivían
ellos, etc. y en ocasiones caemos en el error de no
plantearles la necesaria actualización del carisma, y
superar así las Florecillas, para llegar a lo
esencial del mensaje franciscano, para saber aplicarlo a
nuestro tiempo y en nuestra sociedad e Iglesia. Os tengo
que confesar que en ciertos momentos a la hora de
explicar esto a un joven me he encontrado con
dificultad. Aunque es cierta la necesaria actualización
del carisma, en ocasiones me pregunto si la estamos
haciendo verdaderamente franciscana y, como
consecuencia, es difícil explicarlo a los jóvenes.
Ellos, aunque sean incoherentes en su vida, yo también
lo soy en la mía muchas veces, nos cuestionan
acertadamente sobre cómo vivimos hoy el carisma de
Francisco y Clara. Y si verdaderamente estamos
actualizándolo o por el contrario acomodándolo a nuestra
vida.
2.3. Nuestra vivencia del ideal franciscano atrae, pero
no lo suficiente para ...
Si tenemos presente la gran cantidad de jóvenes que
están cerca de nosotros y la valoración positiva que en
general hacen de nuestra vida, podemos concluir que la
vivencia del ideal franciscano es atractiva y produce
una admiración real entre los jóvenes. Saben ver y
valorar la opción total por Dios y por Francisco y
Clara, cosa que les fascina. Pero si recordamos que en
los orígenes de la Familia Franciscana el gran atractivo
vocacional era la vida misma de Francisco y Clara, y
posteriormente de los primeros hermanos y hermanas,
también llegamos a la siguiente conclusión: nuestra vida
no atrae lo suficiente como para seguirla. He aquí la
gran incógnita vocacional: ¿por qué si el ideal y
nuestra vida atrae... son tan pocos los jóvenes que
quieren seguirla? Algo esta fallando en esta lógica.
Creo que es urgente una reflexión sincera y valiente
para encontrar la solución, pues el problema existe y no
es una mera hipótesis. O intentamos solucionarlo de
verdad o muchos jóvenes tendrán, además de sus propios
problemas, también los nuestros, y esto creo que no es
justo.
2.4. Ven nuestras incoherencias entre lo que decimos
seguir y lo que vivimos en realidad.
Una de las respuestas a la crisis vocacional está en
nuestras incoherencias, comenzando por mí mismo, a la
hora de vivir radicalmente nuestro carisma franciscano.
Sí, es verdad que los jóvenes nos valoran, pero también
es verdad que ellos ven y saben cuáles son nuestros
problemas, nuestras dificultades, nuestras incoherencias
vocacionales, etc. y lo peor de todo es cuando nos
ponemos a intentar justificar lo injustificable, a
ocultar lo que saben todos, a culpabilizar a otros, etc.
Todo esto es lo que aleja a muchos jóvenes cercanos a
nosotros. Ellos saben que no somos perfectos, ni lo
pretenden de nosotros, pues ellos tampoco los son. Pero
sí quieren que demostremos deseo sincero por ser
coherentes con todo aquello que en las catequesis,
charlas, celebraciones vocacionales, etc., les decimos,
les explicamos, les presentamos. En ocasiones me he
preguntado si nosotros mismos nos creemos lo que
decimos, si nosotros mismos estamos seguros que ellos se
lo creen. Todo esto provoca un ambiente de cierto
escepticismo vocacional, por el que dicen: “sí, esta muy
bien, pero para mí no...”
2.5. ¿Nos ven como verdaderos hombres y mujeres de Dios?
Ya he dicho anteriormente que los jóvenes nos ven como
religiosas y religiosos entregados y trabajadores, con
mucha actividad. Pero ¿nos ven como hombres y mujeres de
Dios? ¿Nos ven como personas que nos hemos consagrado a
Dios y que dedicamos tiempo a orar de verdad, para que
una vez llenos de Dios podamos hablar de Dios? ¿Nos ven
como religiosos y religiosas capaces de renunciar a
muchas cosas y a vivir verdaderamente con sencillez? Sí,
es cierto que los jóvenes son cómodos y lo quieren tener
todo, pero ¿y nosotros, que hablamos de radicalidad y de
dejarlo todo? ¿Damos una imagen real de eso? Pues, si no
es así, son muchos los que prefieren una ONG
comprometida o un movimiento exigente, antes que entrar
en una estructura donde, poco a poco, el nivel de
exigencia y compromiso se va acomodando a las
circunstancias personales. Es cierto que no debemos
olvidar que el único que llama es Dios y que nosotros
somos meros intermediarios, pero tampoco debemos olvidar
que Dios se valió de Francisco y Clara y se vale de
nosotros para seguir llamando a los jóvenes de hoy para
perpetuar el carisma franciscano en la Iglesia y el la
sociedad.
3. INVITACIÓN A LOS JÓVENES A SEGUIR A FRANCISCO Y
CLARA.
Hermanos y hermanas, todo lo anteriormente dicho no es
para desanimaros, y creo que a vosotros especialmente
nada de lo dicho es nuevo. Sabéis mejor que yo lo bueno
y lo menos bueno que existe en nuestra vida franciscana,
en nuestras provincias, en nuestras fraternidades y en
cada uno de nosotros. Pero también estoy seguro que
sabéis que hoy, al igual que tiempos atrás, merece la
pena invitar a jóvenes a seguir a Jesucristo, con el
estilo de Francisco y Clara. Hoy tal vez nuestro mundo
esta muy necesitado de nuevos “franciscos y claras” y
tenemos que ser notros quienes con nuestra vida hagamos
más que atractiva nuestra vocación.
3.1. Conocer la verdadera vida de Francisco y Clara.
Lógicamente, para seguir a alguien antes se le debe
conocer bien, y cuando digo bien, me refiero en
profundidad, no solo en lo que gusta y agrada. Nosotros
tenemos que presentar la vida de Francisco y Clara con
radicalidad y exigencia, con ilusión y fascinación. Es
decir, que cuando hablemos de ellos, los jóvenes puedan
ver en nuestras caras, en nuestras manos, en nuestras
casas, en nuestras vidas a hombres y mujeres felices y
enamorados de seguir a Jesucristo como lo hicieron
Francisco y Clara. Os invito a superar una cierta
modestia y falsa humildad a la hora de presentar y
proponer a Francisco y Clara. Tenemos, permitidme la
expresión, como Hermanos Mayores a dos de los cristianos
más auténticos y atractivos de todos los tiempos, pero
hablamos de ellos con sordina, como pidiendo perdón. Por
eso en muchos de nuestros grupos de jóvenes y de mayores
sólo saben de Francisco y Clara las florecillas,
y todo aquello que está de moda y gusta. Es necesario
que conozcan también la cara exigente y sufrida de
ellos, la radicalidad de sus opciones por Dios y por el
Evangelio, la honestidad y humildad para vivir su
consagración, la gran generosidad e inseguridad en la
vida fraterna. Todo ello no asusta a los jóvenes, al
contrario, atrae más, fascina mucho, pero hace surgir el
sentimiento de vivir una vida intensamente por Dios, por
las hermanas y hermanos y por los demás.
3.2.
Saber distinguir entre lo ideal y lo real, entre
lo antiguo y lo nuevo.
Ahora bien, junto con un conocimiento real de Francisco
y Clara, es necesario que aprendan a distinguir bien
entre lo ideal y lo real de todo proyecto humano. Es
imprescindible que vean el Evangelio como el ideal a
seguir desde la realidad personal, sin desánimos pero
sin rebajas. Y a continuación también es necesario que
sepan ver en el testimonio de Francisco y Clara, en sus
escritos, etc. el ideal de vida franciscana a seguir, la
meta a alcanzar. Esto anima con humildad y sencillez.
Pues, si por el contrario, se toman dichos testimonios
como la base desde donde tienen que comenzar, no
solamente se desaniman los jóvenes sino creo que también
nosotros, o al menos yo. El querer seguir a Francisco y
Clara supone conocerlos, tener los pies en tierra a la
hora de vivirlo y el deseo de actualizarlos. Es decir,
partir de lo antiguo, valorándolo y respetándolo, pero
buscando con prudencia y valentía las formas nuevas de
vivir y ofrecer nuestro carisma. Los jóvenes tienen que
saber distinguir y luchar por lo nuevo, pero con
paciencia y comprensión. Y nos toca a nosotros
ayudarles, ya desde las primeras inquietudes
vocacionales, a ilusionarles por los viejos y por los
nuevos caminos franciscanos.
3.3. Ser un franciscano para el mundo de hoy y del
mañana.
Un tema fundamental para la Vida Religiosa en general y
para nuestra Pastoral Juvenil Vocacional en particular
es preguntarnos ¿qué franciscano queremos para hoy y
para el mañana? Y con arreglo a la respuesta tendremos
que plantear la Pastoral Juvenil Vocacional. No entramos
aquí en juzgar las diversas tendencias, teologías y
espiritualidades que existen en nuestra Iglesia pues no
terminaríamos, y aún sería peor si esto lo ampliamos a
nuestra Familia Franciscana, dado que Francisco nos dio
por vocación seguir el Evangelio de Nuestro Señor
Jesucristo... y ahí entra todo. Así pues, partiendo del
respeto a todos, es imprescindible preguntarnos por el
mañana. Y esto se hace urgente y decisivo en la Pastoral
Juvenil Vocacional. Pero atención, yo como agente de
Pastoral Juvenil Vocacional y vosotros como servidores
de las fraternidades provinciales no tenemos que
confundir lo que se necesita, con lo que a mí me gusta,
o dicho de otra manera, una cosa son mis ideas sobre la
Vida Religiosa franciscana y otra muy distinta, el que
cada uno, ya desde la Pastoral Juvenil Vocacional, sea
como quiera ser, como el Señor lo llame, lógicamente
dentro de unos límites eclesiales y franciscanos. No
caigamos en la doble trampa de proponer sólo nuestra
particular visión de la vocación franciscana y aceptar
sólo a aquellos que piensan como a mí me gusta. La
llamada es un don gratuito de Dios, que llama a quien
quiere y como quiere. Lo único que debemos ver en la
Pastoral Juvenil Vocacional es la autenticidad de la
vocación y la docilidad a ser acompañada y formada. Lo
demás aunque es importante, es algo secundario. Si
nosotros somos franciscanos válidos para el mundo de hoy
sabremos transmitir unos valores que los jóvenes verán y
sabrán también asumirlos y proyectarlos hacia el futuro.
3.4. Abrirles posibilidades para el futuro, pero con
realismo: “fuerza moral”
Y aquí viene ahora un tema crucial en la Pastoral
Juvenil Vocacional: los jóvenes nos preguntan sobre
determinados apostolados y formas de vivir la vocación.
Y aunque les digamos que lo fundamental en su búsqueda
vocacional no es eso, para ellos, al menos inicialmente,
sí que lo es. Por ello, cuando en nuestra Pastoral
Juvenil Vocacional hablemos de posibilidades para el
futuro, por favor, seamos sinceros y honestos, seamos
realistas, pues todos sabemos que los cambios van muy
despacio, pero que muy despacio, y no digo que este
bien, sino simplemente constato una realidad. Es falso
decirle al joven inquieto por determinados modos de vida
y apostolado que sí, que eso es y será posible sin más,
con el fin de que entre, de que nos se nos vaya... y
luego, el tiempo irá serenando los ánimos y los
proyectos. No, eso no es honesto. A un joven se le tiene
que decir casi desde el principio que la Vida Religiosa
ya está hecha y funcionando y que él tendrá que
introducirse y asumirla tal y como es, con sus cosas
buenas y malas. Pero, a su vez, dándole una esperanza
cierta como decía Francisco, ante el Crucifijo de San
Damián, en que podrá cambiar y mejorar lo mejorable,
siempre y cuando tenga la “fuerza moral” para ello, es
decir, sea un religioso o religiosa normal, responsable
y trabajador. Pues sabemos que en todas las
Constituciones y Normas, existe la posibilidad legal,
pero luego “las necesidades y las urgencias” lo impiden.
Estoy convencido que vale más e influye más a la hora de
obtener los permisos fraternos, la valía y el ejemplo
personal, que citar números de las Constituciones, dado
que siempre se pueden citar otros que justifiquen el
(no! y que son igualmente de justos y de legales. Todo
esto lo deben saber los jóvenes desde el principio para
no levantar falsas y erróneas expectativas.
3.5. Caminar hacia nuevas formas de vida franciscana más
sencillas y comprometidas.
Personalmente opino que uno de los posibles motivos de
la escasez de vocaciones sea porque nuestra vida y
nuestros apostolados no respondan a las realidades más
pobres y radicales que en otros tiempos el carisma
franciscano respondía. No me gustaría ser interpretado
ni erróneamente ni a la ligera. Tengo claro que todas
las formas de vida y los apostolados son válidos dentro
del carisma franciscano, pues éste consiste en vivir el
santo Evangelio. Pero también estoy convencido que
existen situaciones y experiencia que comportan hoy día
una especial, radical y comprometida vivencia. Y todo
ello sin abandonar la vida de fraternidad y de oración.
Tal vez, repito, hoy día y hablo en general, salvando
las honrosas excepciones, nuestra vida no sea un
testimonio de radicalidad, de entrega a los más
necesitados y desvalidos de la sociedad, no seamos
testigos de una intensa vida de oración, de una vida
humilde y sencilla, etc. No estoy con esto criticando
ni los grandes y confortables conventos, ni los
entregados y cómodos apostolados, que sin lugar a dudas
son medios de santificación y de hacer el bien.
Solamente lanzo el interrogante: ¿es eso lo que hoy
buscan los jóvenes? ¿Supone para ellos una ruptura
exigente y comprometida que les motive para cambiar de
vida? ¿Ya hemos llegado al techo de nuestras exigencias
franciscanas? Os confieso que aunque tengo algunas ideas
por la cabeza, y seguro que también alguno de vosotros,
me surgen dudas sobre las capacidades que nosotros
tenemos para ello y sobre el deseo y disponibilidad real
que los jóvenes tengan para llevarlo a la práctica. Pero
creo que por esas intuiciones va el futuro de la
vivencia franciscana en el nuevo milenio y, por
supuesto, de la solución de la crisis vocacional
franciscana.
3ª PARTE: LA PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL
FRANCISCANA
1. LA “PASTORAL VOCACIONAL” DE FRANCISCO Y DE CLARA.
1.1. Francisco de Asís y su "pastoral vocacional"
Como es lógico, Francisco no hizo ningún tipo de
Pastoral Vocacional, tal y como la entendemos hoy. Pero
él, como fundador, manifestó el sentido de su vocación
y, discernió y seleccionó las nuevas vocaciones. Y todo
ello con el único fin de salvar un alma y no por otros
fines. Francisco exhortaba a la conversión y a la
penitencia y exigía ambas para poder entrar en la
Fraternidad. Dejando claro con ello que la vida
franciscana es ante todo una forma de vivir la fe
cristiana lo más auténtica y radicalmente posible.
1.1.1. El proselitismo vocacional en Francisco.
Francisco era consciente de que Dios es el origen y fin
de toda vocación. Pero también tenía claro que Dios
pedía la colaboración, la respuesta libre y sincera del
hombre. De ahí que el proselitismo de Francisco no era
interesado por el "número de las vocaciones", sino más
bien el deseo que él tenia de ofrecer a todos el camino
de su propia vocación, pues estaba convencido de la
riqueza y beneficios espirituales de ella. Por eso
podríamos decir que el "proselitismo" de Francisco y sus
frailes era el testimonio de sus vidas, convirtiéndose
así en su propuesta vocacional. Ejemplos de este
“proselitismo” de Francisco los tenemos en su
experiencia con Clara de Asís; en el relato del “Caballero
cortés” en la Florecilla n1 37, que luego
veremos detenidamente, en la llamada a fray Pacífico
(2Cel 106), etc.
1.1.2. Las motivaciones vocacionales para
seguir a Francisco.
La primera y más esencial motivación para seguir la vida
de Francisco y de sus primeros compañeros era, sin lugar
a duda, el testimonio inmediato e inteligible de ellos.
Veían cómo vivían y provocaban en los jóvenes y en los
mayores el deseo que conversión y de entrega a Señor.
También encontramos otras motivaciones, como por el
ejemplo: la predicación clara y sencilla pero exigente y
misericordiosa; la novedad de la Vida Religiosa
“franciscana” libre y abierta, pobre y alegre; y la
facilidad de acogida y la alegría fraterna ante un nuevo
hermano.
1.1.3. Francisco y la acogida de las
vocaciones.
Para Francisco cada nueva vocación era un auténtico don
de Dios a la Fraternidad. Por eso la acogida se
convierte en el primer encuentro afectivo y espontáneo
del joven candidato con Francisco y con los hermanos. Y
como consecuencia de esto, frente a las nuevas
vocaciones, se comporta con alegría y humildad, pues ve
en ella la confirmación de su propia vocación. Francisco
acoge a cuantos piden formar parte de la Fraternidad
como algo que agrada a Dios mismo. Y dicha acogida la
realiza con honor, dignidad, amor y veneración,
atendiendo a su particular sensibilidad a fin de que se
sintiera en su propia familia.
1.1.4. Francisco: discernimiento y selección de
las vocaciones.
No encontramos en Francisco el llamado Discernimiento
Vocacional, sino más bien el discernimiento de
espíritus. Francisco discierne su propia vocación y la
de los primeros hermanos por medio de Evangelio. Siendo
así la Palabra de Dios el principal medio para discernir
la voluntad de Señor. Pero, además de esto, Francisco
busca en el que desea entrar en la fraternidad los
siguientes elementos que le ayudarán a discernir la
autenticidad de la vocación: la pobreza interior para
ver la llamada de Dios como un don gratuito; la humildad
para reconocer el bien que Dios quiere hacer el él; la
minoridad en la desapropiación de la llamada y del bien
que el Señor hace por medio de él; y la paz, la
paciencia y la humildad como frutos del "Espíritu del
Señor" y no del "espíritu de la carne". Francisco,
seleccionaba las vocaciones que pedían ser admitidas en
la Fraternidad. Intentaba descubrir la sinceridad y la
autenticidad de la vocación, si no la rechazaba
inmediatamente. Y para comprobarla definitivamente,
Francisco buscaba en el llamado una obediencia ciega, un
servicio a los pobres y a los leprosos, una humildad de
vida y una grandeza de espíritu, una felicidad y una paz
en la vida fraterna y en el encuentro íntimo con el
Señor.
1.1.5. Francisco y la admisión de las
vocaciones.
Para Francisco la admisión de las vocaciones no es para
vivir en un convento-estructura, sino para compartir un
ideal, una vida fraterna. Por eso admite a todos sin
distinción social ni cultural, con tal de que su
vocación sea sincera y auténtica. En un principio, la
admisión la realiza directamente Francisco, luego
autoriza también a los hermanos. Aunque, como ya hemos
visto antes, pone como condición para la admisión la
conversión de vida, la renuncia a los propios bienes y
la renuncia a sí mismo.
1.2. Clara de Asís y su “pastoral vocacional”.
Al igual que os decía con relación a Francisco, en Clara
no encontramos ninguna Pastoral Vocacional tal y como la
entendemos hoy. Pero sí algunas actuaciones y actitudes
suyas, que bien las podemos identificar con las nuestras
y que pueden ser luz y ejemplo para nosotros. Dada la
identificación de Clara con Francisco, podemos encuadrar
prácticamente igual ambas “pastorales vocacionales”.
1.2.1. El proselitismo vocacional en Clara.
Clara también hizo su especial “proselitismo
vocacional”, encaminado a ofrecer a una joven la
posibilidad de convertirse y vivir plenamente su vida
entregándola al Señor; tenemos algunos ejemplos en su
hermana menor Santa Inés, en Sor Felipa, en Sor Amata,
su sobrina, en Sor Cecilia y otras muchas. También,
Francisco hizo su particular “proselitismo vocacional”
con algunas jóvenes para que seguirán la vida de Clara.
1.2.2. Las motivaciones vocacionales para
seguir a Clara.
Clara es consciente que el mismo Señor la puso a ella al
inicio y luego a las demás hermanas, como “ejemplo,
modelo y espejo” vocacional. Las motivaciones que las
nuevas hermanas tenían por seguir a Clara nacen del
testimonio de su vida y de su consagración, y por la
invitación orante que ellas y las demás hacen a otras
jóvenes.
1.2.3. Clara y la acogida de las vocaciones.
Clara acoge a las hermanas, las nuevas y las que ya
están, con gran fraternidad y maternidad, con el fin de
que se sientan bien y así puedan mantener vivo el
carisma de Francisco. Durante sus casi 42 años viviendo
en la ermita de san Damián, Clara conoció cerca de 50
hermanas, de las cuales envió posteriormente algunas a
fundar por otros lugares y por otros países europeos.
1.2.4. Clara: discernimiento y selección de las
vocaciones.
Clara examina a las nuevas vocaciones fijándose
principalmente en su fe cristiana y en la vida de
cristiana de la candidata, es decir, no sólo le
interesaba la profesión ortodoxa de la fe, sino
principalmente su práctica cotidiana. También pedía,
como ya vimos antes, que se desprendieran de todos sus
bienes, con un corazón vacío y disponible para ser
llenado por el Señor. Y además de este requisito, exigía
lógicamente que estuviera libre de todo compromiso
matrimonial. Poniendo a su vez como impedimentos
vocacionales la edad avanzada, la enfermedad y las
deficiencias mentales.
1.2.5. Clara y la admisión de las vocaciones.
Para la admisión de las nuevas hermanas, Clara contaba,
y quiere que se cuente posteriormente, con el
consentimiento de la mayoría de las hermanas, dando así
un ejemplo de respeto y corresponsabilidad a la hora de
admitir y cuidar a las nuevas hermanas.
2. UNA OPCIÓN CLARA Y PREFERENCIAL POR LA PASTORAL
JUVENIL VOCACIONAL.
Estoy seguro que en el pensamiento de todos vosotros
está la pregunta de ¿por qué no hay vocaciones? La
respuesta es compleja y a la vez simple. Compleja por la
realidad social y religiosa en la que vivimos, tanto
para los jóvenes como para los religiosos, como ya hemos
visto anteriormente. Pero también es simple, o mejor
dicho sencilla: estoy convencido de que no trabajamos
adecuadamente la Pastoral Juvenil Vocacional. Estoy
convencido de que en realidad y efectivamente la
Pastoral Juvenil Vocacional no es lo más importante y
prioritario en nuestras provincias. Y repito, en
realidad y efectivamente. Y claro, si no ponemos lo que
está de nuestra parte, por mucho que haga Dios, es
difícil tener vocaciones. Como dice ese famoso chiste:
“Señor, que me toque la lotería... Y Dios responde: Sí,
pero tú por lo menos compra un décimo.” Siento hablar
así y me gustaría equivocarme, pero creo que nos falta,
en la práctica y en la organización real de nuestras
provincias, al menos en las que yo conozco, hacer una
opción clara y preferencial por la Pastoral Juvenil
Vocacional. Y lo más triste del caso es que al final por
la urgencia de vocaciones tendremos que hacerla, y tal
vez será ya un poco tarde, o lo haremos por motivo de
supervivencia.
Es cierto que la vocación es un misterio y que no por
tener más medios, humanos y técnicos, se aseguran más
vocaciones. Pero también es cierto que Dios quiere
nuestra colaboración en su llamada. Nos necesita como
instrumentos vocacionales. Pero no en teoría, sobre los
planes provinciales y proyectos juveniles, sino
realmente encarnados en ese servicio de Pastoral Juvenil
Vocacional que es ayudar a que cada joven llegue a ser
una buena persona y un buen cristiano en su propio
vocación. Cada vez que asisto a una reunión de Pastoral
Juvenil Vocacional, o leo un documento o informe sobre
la crisis vocacional, siempre se dice más o menos que es
un problema urgente y prioritario, por no decir el más
urgente y prioritario. Pero, luego, a la hora de dedicar
hermanos y hermanas a dicho servicio, el tema cambia; a
la hora de ejecutar prioridades nos acordamos de las de
siempre o de las imprescindibles, olvidándonos que lo
más importante es existir, para luego poder entregarnos
a los demás al estilo de Francisco y Clara. Y cuando
hablo de existir no estoy angustiado por la
supervivencia, sino por la falta de colaboración con
Dios, pues en ocasiones también me pregunto: ¿Faltan
vocaciones porque no somos auténticos instrumentos de
Dios en su llamada? ¿No seremos nosotros los que no
ayudamos a los jóvenes a encontrar su vocación? ¿No
estaremos empañando el verdadero carisma franciscano
hoy? Éstas y otras preguntas nos las tenemos que hacer
ahora que aún estamos a tiempo de responder con cierta
serenidad, pues de lo contrario luego todo será mucho
más difícil.
2.1. La Pastoral Juvenil Vocacional “ad intra” y “ad
extra”: iguales y complementarias.
He dicho antes que necesitamos hacer un opción clara y
preferencial por la Pastoral Juvenil Vocacional, pero,
¿qué tipo de Pastoral Juvenil Vocacional? Una Pastoral
Juvenil Vocacional con una doble dimensión, iguales y
complementarias: ad intra y ad extra. Dicho con palabras
sencillas: tenemos que comenzar por los de dentro y para
seguir luego por los de fuera. Vivamos auténticamente
nuestra vocación, al menos hagamos todo lo posible para
ello. Y luego, pongámonos al mismo tiempo a trabajar con
los jóvenes para que encuentren su vocación. Creo que es
inútil o incluso sería hipócrita pretender que vengan
jóvenes a nuestra vida si no somos capaces de
convencerles con nuestro testimonio. De ahí que esté
convencido que sólo podemos realizar una auténtica
Pastoral Juvenil Vocacional si tiene esta doble
dimensión ad intra y ad extra. Ambas, como ya dije
antes, son igualmente de importantes y esenciales, ambas
se complementan de forma inseparable e insustituible. Y
no caigamos en el error de pensar que a los jóvenes no
les interesa cómo vivimos nuestra vocación franciscana.
Ciertamente que no será determinante, pero sí casi
determinante.
2.1.1. Pastoral Juvenil Vocacional “ad intra”.
Brevemente me gustaría resaltar algunos de los aspectos
más significativos de esta la Pastoral Juvenil
Vocacional ad intra, que, aunque conocidos por todos,
puede ser oportuno recordarlos.
a) Preocupación por la crisis de vocaciones, pero “no
vale todo, ni valen todos”.
Es cierto que en el ambiente de la Iglesia en general, y
de la Vida Religiosa en particular, existe una
preocupación seria ante la crisis vocacional. Es cierto
que cada vez somos menos y más mayores. Esta realidad de
preocupación y en ocasiones de angustia, si está dentro
de unos límites normales, me atrevería a decir que es
buena, pues reflejan que aún estamos vivos, que aún
sentimos como nuestro el futuro de la Vida Religiosa
franciscana. Pero, el problema surge cuando dicha
preocupación y angustia sobrepasa esos límites y
llegamos a pensar sólo en cómo tener vocaciones para no
cerrar. Hermanas y hermanos, en esos momentos nos
encontraremos ante una terrible tentación y peligro:
creer que “vale todo y que todos valen”. Y eso es
radicalmente falso. Ni todos los métodos vocacionales
valen, ni son lícitos, ni son franciscanos, ni son
evangélicos. Pero, tampoco todos los jóvenes que llegan
a nuestras casas y dicen “tener vocación” la tienen, ni
son aptos para nuestra vida. Por favor, a pesar de la
escasez, hagamos un sencillo pero sincero
discernimiento, tanto de nuestros métodos vocacionales
como de las posibles vocaciones que desean ingresar.
b) ¿Cómo vivimos nuestra propia vocación franciscana?
El centro de la Pastoral Juvenil Vocacional ad intra
está en ver cómo vivimos nuestra propia vocación
franciscana, tanto a nivel personas como fraterno. Pues,
como ya vimos antes, la vida de Francisco y de los
primeros compañeros era el mejor método vocacional.
Nosotros tenemos que estar en constante revisión de
nuestra vida con el deseo firme de mejorarla, de sacar
todo lo bueno que tenemos y de pedir perdón por nuestros
fallos y pecados. Y estoy convencido que es mucho más lo
bueno que lo defectuoso.
c) Renovación, formación y testimonio.
A la hora de centrar dicha Pastoral Juvenil Vocacional
ad intra podemos hacerlo desde tres aspectos
fundamentales: la renovación, la formación y el
testimonio. La renovación es el medio más eficaz de
hacer presente en la Iglesia y en el mundo de hoy el
auténtico carisma franciscano. Esto lo conseguiremos
gracias a una adecuada formación, ya desde la formación
inicial para continuar en la permanente. Y lógicamente,
si estos dos puntos anteriores logramos vivirlos
medianamente bien daremos un testimonio alegre y fiel de
nuestra vocación franciscana. Estos tres aspectos son
esenciales y vitales, tanto para la propia vocación como
para que Dios siga llamando a jóvenes a nuestra vida.
d) Los jóvenes quieren ver nuestra vida, no nuestras
teorías.
Y me apresuro a decir que los jóvenes no quieren ver
unas súper-mujeres, ni a unos súper -hombres. No. Ellos
solamente nos piden que intentemos de verdad vivir en la
práctica lo que decimos en teoría y en tantos sermones,
catequesis, propagandas, etc. Creo que esta necesidad ha
sido de los jóvenes de siempre, pero tal vez los de hoy,
con tantas ofertas, con tanta superficialidad y
materialidad, necesitan ver de forma creíble lo que les
proponemos. Es más, creo que en el mundo que nos ha
tocado vivir, y permitidme la expresión, “la vocación
entra por los ojos”. Dios llama por medio de nuestra
vida, nuestras obras, nuestros apostolados, en
definitiva, de nuestra consagración franciscana; pero
tiene que ser y verse así, como una consagración
franciscana a Dios y al Reino. Y no como funcionarios de
lo sagrado o franciscano.
2.1.2. Pastoral Juvenil Vocacional “ad extra”.
Lógicamente a la hora de hablar de la Pastoral Juvenil
Vocacional ad extra todo resulta un poco más fácil, pues
estamos acostumbrados a pensar más en lo que debemos
hacer con los de fuera que con los de dentro. Por eso me
limitaré a resaltar los aspectos más significativos e
imprescindibles de nuestra Pastoral Juvenil Vocacional,
si de verdad queremos que responda a las exigencias
humanas, cristianas y franciscanas de nuestros jóvenes.
a) Una Pastoral Juvenil Vocacional integral con los
jóvenes “cercanos”: no podemos abarcar a todos.
Ya lo insinué anteriormente cuando hablé de los jóvenes
de hoy, y lo repito ahora, aunque perezca algo injusto,
pero creo que es realista y eficaz: nuestra Pastoral
Juvenil Vocacional tiene que centrarse principalmente,
aunque no exclusivamente, en los jóvenes cercanos a
nuestros ambientes, es decir, cercanos a nuestros
conventos, a nuestras parroquias, a nuestros colegios,
etc. Sé que enseguida surgen las preguntas: ¿Y los demás
jóvenes? ¿Qué hacer con ellos? ¿Por qué no presentarles
la Pastoral Juvenil Vocacional? Mi respuesta es clara:
eso sería lo ideal, pero no podemos abarcarlo todo, no
tenemos suficientes agentes de Pastoral Juvenil
Vocacional como para dedicarnos a todos. Por eso, es
necesario una opción y unas preferencias apostólicas. No
propongo nada elitista y ni excluyente, sino simplemente
hacer lo que tengamos que hacer pero bien, con
profundidad y organización. Y personalmente estoy
conforme con el refrán “quien mucho abarca, poco
aprieta”. Que aplicado a nuestro tema podría decir más o
menos así: “quien con muchos jóvenes quiere trabajar,
con pocos profundizará”. Y evidentemente que cualquier
planteamiento cristiano serio, y no digamos si es
vocacional, nace de un ambiente profundo y comprometido
y no superficial y ocasional.
b) Catequesis vocacional progresiva: Humana,
cristiana, vocacional y franciscana.
Existe otro refrán que dice: “No por correr mucho se
llega antes”. Creo que en este momento nos puede
iluminar mucho. Pues cuando nos planteamos la necesidad
de elaborar un plan de Pastoral Juvenil Vocacional, con
unas catequesis vocacionales, podemos caer en el error
de querer ir demasiado rápido, saltándonos etapas con el
fin, no siempre confesado, de obtener frutos inmediatos.
Todo proceso vocacional necesita de su tiempo y de sus
etapas. El saltarnos una puede suponer tener
“asignaturas pendientes” que antes o después tendremos
que afrontar. No tengamos prisa, dejemos que sea el
Señor quien llame al joven, cuando Él quiera y como Él
quiera: todo proceso vocacional tiene que regirse por
“el tiempo de Dios”, no por el nuestro.
Dicho esto, creo que el proceso vocacional que bebemos
seguir con nuestros jóvenes es el siguiente: En primer
lugar, tendríamos que presentar y profundizar en la
vocación humana, común a todos e imprescindible para
poder contar al menos con personas normales, nada de
“súper”, simplemente normales, con sus valores y
defectos, como todos, pero normales. Ya me conformaría
yo con que todos los que se acercan a nuestros conventos
a preguntar sobre la vocación fueran “normales”,
independientemente del resultado final del proceso
vocacional. En un segundo momento, presentaríamos y
profundizaríamos en la vocación cristiana, es decir,
conocer y querer seguir a Jesucristo. Sé que os puede
parecer absurdo por mi parte hablar así, pero no lo es;
son muchos los jóvenes que llegan con deseo de ser
religiosos o religiosas, pero son poco cristianos, o su
fe es demasiado infantil, por no decir casi nula.
Después de ser personas normales, tenemos que conseguir
tener cristianos normales para poder dar el siguiente
paso que sería presentar y profundizar en las vocaciones
particulares o llamadas específicas: matrimonio, laicos
consagrados, sacerdocio y Vida Religiosa. Es fundamental
que a la hora de presentar estas vocaciones seamos
verdaderamente neutrales, honestos y eclesiales. Y eso
no de palabra sino de obras, de sentimientos, de
convicciones. Pues de lo contrario se nos nota y ellos
“lo cazan al vuelo”, perdiendo así toda credibilidad y
garantía de que “sólo queremos ayudarles a encontrar su
propia vocación”, dejando entrever que lo que
verdaderamente nos interesa es que entren en nuestra
provincia. Os pido disculpas si alguien se siente
ofendido por mis palabras, pues aunque estoy seguro que
ninguno de vosotros actuáis así, es necesario decirlo y
repetirlo una y mil veces para que no lo olvidemos, para
que teniéndolo dentro en nuestro corazón lo podamos
transmitir al restos de las hermanas y de los hermanos.
Y finalmente, en nuestro proceso vocacional, tenemos que
presentar y profundizar con nuestros jóvenes, en nuestra
propia vocación franciscana. Es un derecho y deber
nuestro. Derecho a ofrecer lo nuestro, movidos por la
convicción de que puede ser un camino válido para
realizarse como persona y cristiano. Y deber, pues no
somos nadie para impedir que un joven conozca la vida y
el carisma de Francisco y Clara, y puedan así encontrar
su verdadero camino vocacional.
Quiero terminar este punto recordando la importancia que
tiene este proceso, no comencemos a construir la casa
por el tejado, sino por los cimientos. El ritmo y el
modo es secundario. Cada joven tiene el suyo. Pero lo
imprescindible es que conozca, reflexione y ore cada uno
de ellos progresivamente. Ánimo y tened paciencia, es
mejor hacer las cosas despacio y bien, que tener
repetirlas por superficialidad y exceso de velocidad.
c) Propuesta vocacional: honesta, sincera y eclesial.
Veamos ahora de manera breve algo sobre la propuesta
vocacional. La propuesta vocacional la podemos
considerar como la llamada que Dios hace a un joven por
medio de nosotros. De ahí la importancia de cómo la
hacemos. Pues estamos siendo instrumentos y mediadores
del Señor, pudiendo hacer que dicha llamada llegue bien
al llamado o, por el contrario, se pierda en el camino
por interferencias proselitistas e inadecuadas.
Ciertamente que Jesús invitó directamente a los
apóstoles y al joven rico a seguirle..., y lo mismo hizo
Francisco y Clara con algunos de los primeros hermanos y
hermanas. Pero todos ellos lo hicieron sin obligar y sin
ocultar las exigencias de la llamada. Y también lo
hicieron con la confianza y la alegría de una respuesta
afirmativa. Por mi experiencia, diría, que nuestros
jóvenes no rechazan ni el tema vocacional, ni la
propuesta vocacional, pero desean y piden que se haga
con honestidad, sinceridad y eclesialidad. Tal vez, no
lo dicen con estas palabras, pero las suyas significan
esto. Y esos que nos piden este actuar no los
“normales”, los que comprometidos, los interesados por
su propia vida, etc. y a ellos tenemos que dirigir
principalmente nuestros esfuerzos.
La propuesta vocacional franciscana debe estar llena de
honestidad que se concreta en el deseo que querer para
el joven lo mejor, coincida o no con nuestro deseo; de
sinceridad a la hora de exponer el verdadero tenor de
nuestra vida, lo bueno y lo mejorable, todo ello con la
suficiente prudencia, para poder ser comprendido, pero
sin tapujos ni engaños, que al final se vuelven contra
nosotros. Y recordad que una cosa es la verdad y otra
muy distinta los chismorreos. Y, finalmente, la
propuesta vocacional debe ser eclesial, es decir,
presentando todas las vocaciones existentes en la
Iglesia y lógicamente también nuestra vocación
franciscana.
d) Acompañamiento vocacional: cercano y libre.
Una vez que tenemos algún joven, yo diría algunos
jóvenes inquietos por tomarse su vida en serio, viene la
segunda etapa de todo proceso vocacional: el
acompañamiento. Éste tiene que realizarse en un clima de
libertad, cercanía y confianza. El joven tiene que ver
en nosotros no a unos especialistas en acompañamiento
vocacional, aunque es bueno que nos preparemos para
ello, sino, más bien, a religiosas y religiosos
convencidos de nuestra vida y con un deseo sincero y
honesto de estar cerca de ellos por si nos necesitan.
Como es sabido de todos, este acompañamiento es muy
amplio y complejo y no creo que sea este el momento de
desarrollarlo; baste recordar que puede ser
personalizado y grupal, y que requiere un progreso y un
compromiso por parte del acompañado. Así como de un
mínimo de coherencia y de formación por parte del
acompañante. Yo diría que no hace falta cumplir todos y
cada uno de los requisitos teóricos que se piden para
ser un buen acompañante vocacional, basta con ser una
persona sensata e identificada con su vocación
franciscana.
e) Discernimiento vocacional: sin angustia por
tener...
Entramos ahora en el último tramo del proceso
vocacional, el discernimiento. Es de suponer la estrecha
relación entre acompañamiento y discernimiento, pues
éste se realiza dentro de aquel. Pero aquí lo comento
separadamente por motivo metodológico. Todo
discernimiento vocacional debe estar orientado, sólo y
exclusivamente, a buscar la voluntad de Dios y nada
más. Voluntad de Dios en la posible llamada que hace a
un joven, y voluntad de Dios en la posible llamada que
le hace para vivir con nosotros. Aspectos no siempre
coincidentes, pero sí siempre unidos. Os tengo que
confesar que no tengo ni una varita mágica, ni un
máquina de la verdad para discernir las vocaciones. De
ahí que sea una tarea sumamente difícil y no exenta de
errores por mi parte. Sobretodo cuando el tema no esta
claro. Pero de lo único que sí estoy seguro es de
quedarme con la conciencia tranquila y limpia, de poner
dormir todas las noches en paz por no manipular a ningún
joven y. aunque perezca pedante, tampoco la voluntad de
Dios; en definitiva, eso es lo fundamental en todo
discernimiento vocacional.
Ciertamente cuando nos encontramos con un joven tenemos
que ver, por un lado, las motivaciones vocacionales que
tiene, y entre todas las posibles tienen que resaltar
claramente dos: la primera, el creer que Dios le
llama... y querer consagrarse a Dios. Esto no siempre se
formula claramente y con estas palabras, pero siempre se
refleja en el joven. Y, antes o después, sabremos si las
tiene o no, de ahí que debamos dar tiempo a tiempo, sin
prisas y con paciencia. Y la segunda, el que posea unas
capacidades mínimas para vivir nuestra vida, con un
mínimo de estabilidad y de equilibrio. No olvidemos otro
refrán: “lo que natura no da, Salamanca no presta”, es
decir, quien tiene algún problema o impedimento serio
antes de entrar, normalmente no mejora, sino que
empeora, así que ante la duda sería mejor un ¡no!,
aunque en ocasiones cueste o no lo digamos.
No quiero dejar de comentar este punto sin recordar algo
que ya sabemos, pero al igual que antes hice con otros
puntos, ahora también necesito decir: Todo
discernimiento vocacional es y tiene que realizarse en
clave de fe, de oración, en definitiva, de Dios. Y ni
sólo ni decisivamente a nivel humano, psicológico y
funcional. Los medios humanos, si son sanos y
equilibrados, nos serán muy útiles, pero siempre como
orientación y ayuda, nunca definitivos ni decisivos.
Hermanas y hermanos, si el discernimiento vocacional lo
hemos realizados bien, tanto el joven con su
autodiscernimiento, como el acompañante con su
discernimiento, y el Provincial con su confirmación,
todos debemos coincidir en lo que Dios quiere para ese
joven, independientemente que coincida con nuestros
deseos o no, aunque si es así, mejor. Y si esos deseos
son que forme parte de nuestra familia franciscana,
mejor, pues será un don de Dios y un motivo más de
fidelidad al Señor, a Francisco y a Clara.
2.2. La oración en la Pastoral Juvenil Vocacional: vital
Hace muchos años, creo recordar que en 1980, cuando
empecé en esto de la Pastoral Juvenil Vocacional, asistí
a un cursillo con toda la ilusión de aprender técnicas y
algo eficaz para las vocaciones. El cursillo fue animado
por un famoso pastoralista. Os confieso que terminé
defraudado y confuso. Pero, después de varios años, le
tengo que dar la razón a aquel buen sacerdote, pues la
mayor parte de dicho cursillo se centró en hacernos
comprender lo importante y vital que era la oración en
la Pastoral Juvenil Vocacional. Yo quería técnicas,
fórmulas, medios, etc. pero él, nos enseñó a rezar por
las vocaciones y a rezar por nosotros, agentes de
Pastoral Juvenil Vocacional. Y le agradezco eso, aunque
me diera cuenta muchos años después. Con esta
introducción, casi de fábula, quiero tratar ahora el
tema central de toda Pastoral Juvenil Vocacional, tanto
“ad intra” como “ad extra”: la oración vocacional.
La oración es vital para todo cristiano y más vital aún
para nosotros religiosas y religiosos, y si cabe aún más
para nosotros, seguidores de Francisco, “el hombre hecho
oración”, y Clara, “la mujer consagrada a la oración”.
Toda la dinámica de la Pastoral Juvenil Vocacional tiene
sentido si se vive desde la dimensión de Dios, de la fe
y de la espiritualidad. Tanto nuestra propia vocación
como la de cualquier aspirante tiene sentido si es obra
de Dios y para Dios, y luego como proyección y praxis de
esto, la entrega por el Reino, por los demás y,
especialmente, por los más necesitados. La oración se
convierte así en el centro de toda Pastoral Juvenil
Vocacional.
2.2.1. Pastoral Juvenil Vocacional ad intra:
Orar para hablar con Dios y para poder luego hablar de
Dios.
Existe una máxima en el mundo de la oración que dice:
“quien no habla con Dios, no tiene derecho a hablar de
Dios”. Pues creo que esta máxima tiene una aplicación
directa al tema de la Pastoral Juvenil Vocacional ad
intra. Nosotros tenemos que ser hombres y mujeres de
Dios, y el mejor medio para conseguirlo es la oración.
Sólo en ella encontraremos las fuerzas y la ilusión para
seguir al Señor desde nuestra consagración franciscana.
En la oración encontraremos la suficiente esperanza para
seguir esperando que vengan nuevas hermanas y nuevos
hermanos. En la oración encontraremos la luz para
proponer, acompañar y discernir, en nombre del Señor, a
cualquier joven que nos pida ayuda. Y solamente desde
una vida sencilla, pero constante de oración, es desde
donde podremos ser testimonio y reflejo de Francisco y
de Clara. Yo sé que esto lo tenemos todos claro, en
teoría. Pero en la práctica, el activismo y las
ocupaciones muchas veces nos privan del tiempo necesario
para la oración y, en otras ocasiones, es la excusa
perfecta para camuflar nuestra falta de oración. Y yo me
pregunto: ¿qué es más necesario las técnicas o la
oración?, ¿por qué nuestra vida de oración tiene tan
poca influencia en la Pastoral Juvenil Vocacional? Y
para finalizar también me pregunto: ¿cómo es nuestra
oración vocacional? ¿Oramos para que el Señor ilumine a
cada joven en su vocación o pedimos para que el Señor
nos mande “santas y buenas vocaciones”? Ambas cosas
deben ser complementarias, pero una después de otra.
Primero oremos desinteresadamente, y luego con el
interés de que el Señor nos regale el don de nuevos
hermanas y hermanos.
2.2.2. Pastoral Juvenil Vocacional ad extra:
Orar para que el llamado pueda escuchar a Dios.
Pero a la hora de hablar de oración vocacional, como es
lógico, también está la dimensión ad extra. Es
imprescindible que enseñemos a los jóvenes a orar. Pues
sólo en un ambiente de oración y de fe podrán escuchar
la llamada de Dios. Dios sigue llamando y seguirá
llamando, Él nos lo prometió. Pero el llamado tiene que
saber escuchar y para ello la vida de oración es, sin
lugar a dudas, el mejor de los medios. Ciertamente que
el joven de hoy esta poco acostumbrado a orar, por eso
con más razón debemos enseñarle. Debemos hacerle caer en
la cuenta de que sólo desde Dios, en oración, podrá
conocer cual es la vocación a la que Dios le llama. Y es
más, tenemos que hacerle comprender que sólo desde la
oración es desde donde podrá darle una respuesta sincera
a la llamada del Señor, y sólo desde ella podrá sacar
las fuerzas y la gracia para perseverar. Todo esto que a
nosotros no parece claro y lógico, para un joven no lo
es del todo. Pues muchas veces plantean y siguen su
vocación solamente desde una sincera generosidad
voluntarista y solidaria, y por experiencia sabemos que
no es suficiente. De verdad, yo en ocasiones me
pregunto, ¿qué necesitan más los jóvenes de hoy,
técnicas y dinámicas u oración? ¿En nuestros conventos y
casas les ofrecemos un clima y un ambiente de oración?
¿No sería necesario que nos planteáramos un nuevo camino
para ofrecerles a los jóvenes una Pastoral Juvenil
Vocacional más espiritualizada, sencilla y comprometida?
No sé las respuestas a estas preguntas, pero intuyo
algunas, especialmente lo que se refiere al ambiente
orante. Estoy seguro que desde una verdadera vida de
oración, los jóvenes podrían escuchar mejor la llamada
de Dios, podrían responder mejor a ella y podrían
encarnarla más radical y comprometidamente. En muchas
ocasiones hacemos realidad otro dicho popular: “por la
boca muere el pez”. Hablamos mucho de oración, pero nos
ven orar poco. Y el primero en fallar soy yo, no estoy
acusando a nadie.
2.3. Equipo vocacional, con un hermano dedicado
totalmente.
Soy consciente que el punto que seguidamente voy a
tratar es problemático y escabroso y que, personalmente,
en estos momentos, no tengo ninguna fuerza moral para
pedirlo y menos exigirlo. Pero creo justo y necesario
decirlo para que yo no lo olvide y para que vosotros os
animéis a ponerlo en práctica, allá donde todavía no sea
una realidad, y ojalá que sea en pocas provincias. Para
poder trabajar adecuadamente en la Pastoral Juvenil
Vocacional hoy es imprescindible que exista un equipo de
Pastoral Juvenil Vocacional, y más aún, es vital que se
dedique a una hermana o hermano total y exclusivamente
a la Pastoral Juvenil Vocacional provincial. Más fuerte
lo puedo decir, pero más claro no. Veamos con más
detalle algunos de los aspectos que influyen en este
planteamiento de Pastoral Juvenil Vocacional y que por
otro lado es conocido por todos.
2.3.1. La Pastoral Juvenil Vocacional es
responsabilidad de todos los hermanos/as y no del
coordinador y equipo.
El tema de las vocaciones es responsabilidad de todas
las hermanas y de todos los hermanos. Sin exclusión de
nadie. Y otra cosa distinta es qué hacer y cómo
colaborar. Ciertamente aquí no tengo tiempo para
profundizar detalladamente en ello, pero son múltiples e
importantes las maneras como cada uno podemos trabajar
en Pastoral Juvenil Vocacional. Durante años se ha caído
en el error de pensar que habiendo un equipo o el
llamado delegado o coordinador, los demás estaban
dispensados de colaborar en este tema. Eso ha traído
como consecuencia un desinterés general y un desánimo
por parte de los dedicados a dicho servicio, que al
final ha terminado por no querer nadie encargarse del
tema de la Pastoral Juvenil Vocacional.
2.3.2. La solución mágica a la crisis no es “el
coordinador y el equipo vocacional”, pero sí es
esencial.
He repetido en diversas ocasiones que la solución mágica
para resolver la crisis de vocaciones no la tengo, y por
supuesto que esta del equipo y de una hermana o un
hermano dedicado totalmente, tampoco lo pretende ser.
Pero sí que estoy convencido de lo necesario e
imprescindible de ello. Es imposible atender este campo
vocacional, tan amplio y complejo, si falta tiempo real
y tiempo psicológico, si falta tiempo para Dios y para
los hermanos, si se tiene que pensar y ocupar de no sé
cuántas cosas y problemas. Todo eso sabemos que es un
obstáculo real para realizar un adecuado servicio de
Pastoral Juvenil Vocacional. En estos momentos me estoy
imaginando lo que estáis pensando y no creo equivocarme:
¿De dónde saco yo una hermana o un hermano para
dedicarlo total y exclusivamente a la Pastoral Juvenil
Vocacional, si somos pocos y con muchos asuntos? Es
cierta la dificultad. Pero también es cierto el
razonamiento anterior. Así que o tenemos una escala
clara de prioridades y necesidades, o el tiempo y la
realidad nos la hará tener. Y estoy convencido que son
factores directamente proporcionales: a mayor tiempo
para afrontarlo, mayor dificultad para solucionarlo.
2.3.3. Servicio de coordinador provincial:
exclusividad activa.
En ocasiones he odio quejas sobre la inactividad de un
hermano dedicado a la Pastoral Juvenil Vocacional. Y la
verdad es que no lo entiendo, aunque sé que existen. Si
nos planteamos la Pastoral Juvenil Vocacional en esta
doble dimensión que antes os decía, si programamos el
proceso vocacional adecuadamente, si queremos ayudar y
estar cerca de las fraternidades locales y su trabajo
directo y semanal con los jóvenes, etc. yo os puedo
asegurar que faltan días y tiempo para poder llegar a
todo, y aquí sí que puedo hablar con conocimiento de
causa, real y práctico. Son muchas las tareas, trabajos,
colaboraciones, charlas, catequesis, visitas,
entrevistas, etc., que un coordinador, animador,
delegado o como queráis llamarlo tiene y debe hacer.
Comenzando por sí mismo, siguiendo por los hermanos y
terminando por los jóvenes.
2.3.4. El equipo de Pastoral Juvenil Vocacional
provincial: coordinadores locales.
Ahora bien, la coordinadora provincial o el coordinador
provincial deben eso coordinar a los demás, y esto
supone lógicamente que en cada fraternidad existe un
animador o coordinador local. Éste o ésta, semana tras
semana, trabaja con los jóvenes del lugar, esos que he
llamado cercanos. Él también anima e ilusiona a las
hermanas y hermanos de la fraternidad acerca del tema
vocacional. Y os puedo asegurar que en poco tiempo se
crea un clima y una complicidad vocacional entre la
mayoría de las hermanas y hermanos. Vuelvo a repetir,
perdonad mi insistencia, no por tener más y mejores
hermanas y hermanos dedicados a la Pastoral Juvenil
Vocacional tendremos más vocaciones, pero de lo que sí
estoy seguro es que sin ellos no tendremos ninguna o
casi ninguna. Y por el contrario, si de verdad todos,
pero especialmente uno o algunos, se dedican a ello,
vendrán nuevos hermanos y hermanas, bien directamente
como fruto de nuestro trabajo juvenil-vocacional, o bien
indirectamente, pero enviados por Dios como recompensa
de nuestro leal y eclesial trabajo por el Reino y por
las personas que lo componen.
2.3.5. La colaboración de los laicos: Pastoral
Juvenil Vocacional.
No me gustaría terminar este apartado sin mencionar
directa y explícitamente la importante y necesaria
colaboración de los laicos en nuestra Pastoral Juvenil
Vocacional. Ellos, gracias a Dios y al Concilio, forman
parte imprescindible de nuestro trabajo pastoral a todos
los niveles. Sin ellos, adultos y jóvenes, no podríamos
llegar a todos los sitios, ni podría desarrollar la
nueva evangelización adecuadamente. Y lógicamente
también ellos pueden y deben formar parte de nuestra
Pastoral Juvenil Vocacional. Si nos centramos ahora en
los adultos comprometidos, son ellos los que mejor nos
conocen y los que mejor conocen la realidad de los
jóvenes de hoy. Son ellos los que nos orientan e
informan de tantas cosas que a nosotros se nos escapan.
Y, además, son ellos los que el día de mañana podrán
inculcar a sus hijos o familiares la necesidad de
tomarse la vida en serio, de buscar de verdad cual es la
vocación a la que Dios llama y en donde serán felices. Y
si nos fijamos ahora en los laicos jóvenes, baste decir
que ellos son el objeto y el sujeto principal de nuestra
Pastoral Juvenil Vocacional, tanto como receptores de
una formación y una catequesis amplia, como también por
ser jóvenes vocacionables y posibles vocacionados
franciscanos. La Iglesia, de hoy y la del futuro,
necesita de los laicos, aunque algunos no lo quieran ver
ni aceptar, pero esa también será una realidad que se
impondrá, esperemos que sea por convicción evangélica y
no por necesidad institucional.
3. DESDE FRANCISCO A SUS MINISTROS: SUGERENCIAS DE
PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL
3.1. Un ejemplo de la "Pastoral
vocacional" de Francisco: Florecilla n1 37
Quiero comenzar este último apartado de mi exposición
acercándonos directamente a Francisco para ver un
testimonio, muy curioso y rico de sugerencias, sobre sus
actitudes y su comportamiento en relación con un
gentilhombre, a quien deseaba para su fraternidad. Baste
ahora leer el texto, tal cual es, para luego sacar
algunas conclusiones. Dice así:
"San Francisco, siervo de Cristo, llegó una tarde, al
anochecer, a casa de un gran gentilhombre muy poderoso.
Fue recibido por él y hospedado con el compañero con
grandísima cortesía y devoción, como si fuesen ángeles
del cielo. Por ello, San Francisco le cobró gran amor,
considerando que, al entrar en casa, le había abrazado y
besado con muestras de amistad, luego le había lavado
los pies y se los había secado y besado con humildad,
había encendido un gran fuego y había hecho preparar la
mesa con abundantes y buenos manjares, sirviéndole con
el rostro alegre mientras comía.
Cuando hubieron comido San Francisco y su compañero,
dijo el gentilhombre: Padre, aquí me tenéis a vuestra
disposición con todas mis cosas. Y si tenéis necesidad
de una túnica, un manto o de cualquier otra cosa,
compradla, que yo la pagaré. Y sabed que estoy dispuesto
a proveer a todas vuestras necesidades, pues, por gracia
de Dios, puedo hacerlo, ya que tengo en abundancia toda
clase de bienes temporales; y por amor de Dios, que me
los ha dado, yo hago uso de ellos con gusto en favor de
sus pobres. Viendo San Francisco en él tal cortesía,
afabilidad y liberalidad en el ofrecimiento, sintió
hacia él tanto amor, que luego, después de la partida,
iba diciendo a su compañero: En verdad que este
caballero sería bueno para nuestra compañía, ya que se
muestra tan agradecido y reconocido para con Dios y tan
afable y cortés para con el prójimo y para con los
pobres. Has de saber, hermano carísimo, que la cortesía
es una de las propiedades de Dios, que por cortesía da
el sol y la lluvia a buenos y malos. La cortesía es
hermana de la caridad, que extingue el odio y fomenta el
amor. Puesto que yo he encontrado en este hombre de bien
en tal grado esta virtud divina, me gustaría tenerlo por
compañero. Hemos de volver, pues, algún día a su casa,
para ver si Dios le toca el corazón, moviéndole a
venirse con nosotros para servir a Dios. Entre tanto,
nosotros rogaremos a Dios que le ponga en el corazón ese
deseo y le dé la gracia de llevarlo a efecto.
(Cosa admirable! Al cabo de unos días, como efecto de la
oración de San Francisco, puso Dios ese deseo en el
corazón del gentilhombre; y dijo San Francisco al
compañero: Vamos, hermano, a casa del hombre cortés,
porque yo tengo esperanza cierta en Dios de que él,
siendo tan cortés en las cosas temporales, se dará a sí
mismo para hacerse compañero nuestro.
Fueron, y, cuando estaban ya cerca de la casa, dijo San
Francisco al compañero: Espérame un poco, que quiero
antes suplicar a Dios que haga fructuoso nuestro viaje y
que esta noble presa que tratamos de arrebatar al mundo
nos la quiera conceder Cristo a nosotros, pobrecillos y
débiles, por la virtud de su santísima pasión.
Dicho esto, se puso en oración en un lugar donde podía
ser visto de aquel hombre cortés. Y plugo a Dios que,
mirando éste a una y otra parte, viera a San Francisco,
que estaba en oración devotísima delante de Cristo, que
se le había aparecido en medio de una grande claridad
mientras oraba, y estaba allí delante. Y vio cómo San
Francisco permanecía elevado corporalmente de la
tierra por largo espacio de tiempo. Como consecuencia
fue de tal manera tocado por Dios y movido a dejar el
mundo, que al punto salió de su palacio, corrió con
fervor de espíritu a donde San Francisco estaba en
oración y, arrodillándose a sus pies con gran devoción,
le rogó que tuviera a bien recibirlo para hacer
penitencia conjuntamente con él.
Entonces, San Francisco, en vista de que su oración
había sido escuchada por Dios, puesto que el
gentilhombre solicitaba con gran insistencia lo que él
deseaba, levantóse con fervor y alegría de espíritu, lo
abrazó y le besó devotamente, dando gracias a Dios, que
había aumentado su compañía con la agregación de un tal
caballero. Y decía aquel gentilhombre a San Francisco:
¿Qué me mandas hacer, Padre mío? Aquí me tienes,
dispuesto a dar a los pobres, si tú me lo mandas, todo
lo que poseo y a seguir a Cristo contigo, libre así de
la carga de todo lo temporal. Así lo hizo,
distribuyendo, según el consejo de San Francisco, todo
su haber a los pobres y entrando en la Orden, en la cual
vivió en gran penitencia, santidad de vida y pureza de
costumbres. En alabanza de Cristo. Amén."
Veamos ahora algunas conclusiones que pueden iluminar
nuestras actitudes y nuestros comportamientos en
Pastoral Juvenil Vocacional:
1. Ciertamente, las Florecillas, aunque no
podemos afirmar que sean textos históricos, sí reflejan
la espiritualidad y vida de Francisco.
2. Francisco desea esta vocación únicamente por las
virtudes que ve en dicha persona, no por el deseo del
"aumento" de la Fraternidad.
3. Francisco sintió amor al ver su total
disponibilidad y servicialidad: supo valorar a la
persona en cuanto tal y no por lo que representa o
tiene.
4. Francisco manifiesta sincera, clara y
explícitamente el deseo de tenerlo en la Fraternidad,
algo muy humano y normal, pues lo contrario sería falso.
5. Pero, Francisco sabe que el único que llamar y
mueve a una persona hacia la Fraternidad es Dios: de ahí
que haga su especial "oración vocacional" por el
gentilhombre.
6. Francisco está convencido de que Dios cuida a su
Fraternidad: por eso tiene la esperanza cierta de que
Dios habrá llamado a ese gentilhombre.
7. Francisco pone en un segundo lugar su plan y su
mediación, poniendo a Dios como principal autor de la
llamada: reza para que Dios haga fecunda su misión
vocacional.
8. Francisco reza por dicha vocación y lo hace
abiertamente, para ser visto, dejando claro su
mediación-testimonio, tanto a nivel de vida como de
oración.
9. El testimonio de Francisco mueve al gentilhombre a
pedir la admisión en la Fraternidad y no la fama, los
milagros, y lógicamente tampoco la propaganda.
10. Y, finalmente, Francisco acoge al gentilhombre como
su hermano de fraternidad, abrazándolo, besándolo y
dando gracias a Dios por él.
3.2. Algunas sugerencias a vosotros, hermanas y hermanos
Provinciales, sobre Pastoral Juvenil Vocacional.
3.2.1. La o el Provincial y Consejo son
imprescindibles para la pastoral vocacional
Hermanas y Hermanos Provinciales, con este apartado de
mi relación quiero que toméis conciencia de que sois
imprescindibles para la Pastoral Juvenil Vocacional
provincial. Entre otros motivos que veremos
seguidamente, baste ahora resaltar el más importante:
sois vosotros los que tenéis que aprobar o no el Plan
Provincial de Pastoral Juvenil Vocacional y su
aplicación directa y concreta.
a) Sois los animadores de la vida de la Provincia
Ya sabemos que el servicio específico del Provincial y
Consejo es animar la vida de los hermanos y de las
fraternidades. Los hermanos de una Provincia que no
sientan la necesidad de una Pastoral Juvenil Vocacional,
de vivir y transmitir a los demás su propia vocación,
están preparando un futuro pobre y desalentador, en
donde sólo cabe preguntarse cómo se organizará la
enfermería provincial y a qué edad podemos reservar
habitación en ella. Pues bien, para que no se esté
preparando un futuro así, o al menos durante el tiempo
en que vosotros sois Provinciales, tenéis la gran misión
de animar a los hermanos en la vivencia esperanzada de
su propia vocación, en el recobrar la ilusión por las
vocaciones y en que cada uno aporte aquello que sabe y
puede hacer en favor de la Pastoral Juvenil Vocacional.
b) Sois los coordinadores de la actividad de la
Provincia
La o el Provincial y su Consejo tienen que ocuparse de
las distintas actividades de la Provincia. Una en la que
más empeño deben poner es en la Pastoral Juvenil
Vocacional, dado que ésta constituye el común
denominador de las demás. ¿Por qué esta afirmación? Muy
sencillo: Si planteamos nuestras actividades desde una
dimensión evangelizadora, sabemos que la Pastoral
Juvenil Vocacional propone vivir la vida y la fe a
través de una vocación específica. Si, por otro lado,
nos planteamos las actividades como una misión y
servicio desde nuestro carisma franciscano, entonces la
Pastoral Juvenil Vocacional se convierte en el eje de
toda nuestra actividad. Y no digamos nada si nos
planteamos el futuro de la Provincia y de la Orden, no
ya por instinto de supervivencia, sino por el
convencimiento que tenemos de encarnar una forma de
vida válida. No olvidemos que de lo que sembremos hoy,
cosecharemos mañana. Si hoy nos limitamos a cuidar
exclusivamente a los adultos y ancianos de nuestras
iglesias y conventos, mañana estarán vacías. Es ley de
vida. Si hoy sembramos actividades sin pensar en el
futuro, sin esperanza de tener nuevos hermanos y
meramente por trabajar y recibir una paga, mañana
cosecharemos "quiebras de empresas" o "cerrado por falta
de personal".
Hermanas y hermanos Provinciales, vosotros tenéis en
vuestras manos el centrar el tema de la Pastoral Juvenil
Vocacional de forma correcta y auténtica o, por el
contrario, como otra actividad más. Por favor, no
caigáis en el error del "agobio por la supervivencia" y
de ahí plantear y exigir pastorales un tanto alejadas
del ideal evangélico y franciscano.
3.2.2. ¿ Cómo puede colaborar la o el Provincial en
Pastoral Juvenil Vocacional ?
Ahora me gustaría presentar algunos de los posibles
ejemplos en donde se ve la importancia del Provincial y
su Consejo en la Pastoral Juvenil Vocacional.
a) Animar a los hermanos y a las fraternidades
locales acerca de la Pastoral Juvenil Vocacional
Las visitas del Provincial a las distintas fraternidades
de la Provincia pueden ser de varias formas, desde las
que yo llamo "las visitas del médico", hasta "las
visitas canónicas". Pero, entre ambos extremos, también
existen otras que se realizan de forma programada y
esporádica. Pues bien, la Provincial y el Provincial,
tendría que marcarse como un objetivo fundamental en la
animación de cada hermano y de cada fraternidad la
dimensión vocacional. Por eso, por favor, cuando
asistáis a los Capítulos Locales o reuniones a los que
sois invitados, o cuando habléis personalmente con un
hermano, en la medida de lo posible, y creo que es
bastante posible, plantead el tema vocacional. Animando
y estimulando a todos los hermanos a vivir su propia
vocación y a colaborar en la Pastoral Juvenil Vocacional
de la Fraternidad y de la Provincia.
En vuestras manos está que el tema vocacional sea algo
normal y presente en la vida y actividades de cada
hermano y cada fraternidad. Acepto que existen otros
temas muy importantes y urgentes, como pueden ser la
formación, las distintas actividades apostólicas, la
economía, el mantenimiento de los conventos, los
proyectos comunitarios, etc. Pero, por lo menos, dadle
la misma importancia a la Pastoral Juvenil Vocacional, y
sacadlo en la conversación, estimuladlo en su praxis,
proponedlo para su revisión. Así, poco a poco, se
convertirá en algo connatural a nuestra vida y
actividad.
b) Promover el Plan Provincial de Pastoral Juvenil
Vocacional
En Pastoral Juvenil Vocacional no podemos ir
improvisando cada semana o cada mes, no podemos dejar
todo a la imaginación o creatividad de uno o de unos. Se
tiene que programar de forma progresiva y concreta. Y
para que esto sea eficaz tiene que ser asumido por todos
los hermanos de la Provincia, empezando por vosotros. De
ahí la necesidad imperiosa de que cada Provincia tenga
un Plan Provincial de Pastoral Juvenil Vocacional.
Hermanas y hermanos, sois vosotros los que más
podéis urgir y motivar para la elaboración de dicho
plan; sois vosotros los que podéis incidir en que sea lo
más concreto y operativo posible; sois vosotros los que,
en definitiva, dais la aprobación o no a dichos planes.
Por todo ello vuestra opinión, vuestro interés, vuestro
trabajo se convierte en algo decisivo a la hora de poner
en marcha y mantener la Pastoral Juvenil Vocacional de
la Provincia.
c) Relación entre el ministro provincial y el equipo
vocacional
Partiendo de la existencia de un Equipo Vocacional en
cada Provincia, lo primero y más importante que tenéis
que hacer es el mantener una estrecha y frecuente
relación con el mencionado Equipo. Esto constituye el
primer paso para el posterior desarrollo del Plan
Provincial de Pastoral Vocacional.
Mirad, hermanos/as, el apoyo económico por parte vuestra
es fundamental; el facilitar todos los medios y
materiales necesarios también es esencial. Pero yo creo
que sin despreciar aquellos, es mucho más necesario ese
apoyo moral y fraterno; esa conversación fluida y
sincera; ese mutuo interés por superar todos los
obstáculos. La verdad es que cuando un Equipo Vocacional
cuenta con el apoyo del Provincial y Consejo, su trabajo
y su dedicación se multiplican por mil y nace la ilusión
de animar al resto de los hermanos de la Provincia a
colaborar en la Pastoral Juvenil Vocacional. Esto no
significa estar absolutamente de acuerdo en todo, ni
supone una perdida de autoridad del Provincial en favor
del Equipo, ni siquiera la omisión de las oportunas
correcciones fraternas, si así se creen necesarias.
3.3. La Familia Franciscana: unidad y pluriformidad en
Pastoral Juvenil Vocacional
Permitidme ahora, para terminar, referirme a la Familia
Franciscana en general, con el máximo de respeto y de
fraternidad, y con el único deseo de animar a una más y
mejor colaboración entre todos, para hacer cada día más
vivo y actual en la Iglesia y en la sociedad nuestro
carisma franciscano. Una de las peticiones que me
hacíais era sugerir algo sobre la colaboración
interfranciscana en Pastoral Juvenil Vocacional. No se
si soy la persona más indicada para hacerlo, por mi
escaso conocimiento del funcionamiento real de la
Federación Interfranciscana. Pero, para no salirme por
la tangente y excusarme, os diré algunas cosas que he
vivido y de las que estoy convencido, y tal vez, puedan
servir como ideas de colaboración para una Pastoral
Juvenil Vocacional interfranciscana.
1. Estoy convencido de que sólo desde el testimonio
real y desde la colaboración auténtica de toda la
Familia Franciscana podrá ser conocido más y mejor el
carisma de Francisco y Clara en el nuevo milenio.
2. Creo firmemente en la posibilidad de colaboración
y trabajo conjunto entre todos nosotros en el tema de la
Pastoral Juvenil Vocacional. Lo viví, intensa y
fraternalmente, en mis tiempos de estudiante sin ningún
tipo de problemas, ni malos entendidos, ni recelos,
etc., sino simplemente como una vivencia fraterna entre
hermanos y con jóvenes que buscaban su vocación. Fue
inolvidable.
3. Tal vez tendríamos que unir esfuerzos y energías a
la hora de presentar nuestro carisma y nuestras
respectivas familias, pues es más lo que nos une que lo
que nos diferencia, y juntos daríamos un gran testimonio
a todos.
4. Soy consciente de la dificultad que supone la
colaboración real en Pastoral Juvenil Vocacional, pues
si ya es complicado dentro de cada familia, aun será
mayor entre todos, pero creo que al menos sería posible
una eficaz colaboración en la elaboración de materiales
juveniles y vocacionales, pues si todos tenemos la misma
fuente, Francisco y Clara, es una pérdida de tiempo y de
energía hacer cada familia su versión y su materiales
básicos.
5. También sugeriría un mayor conocimiento y
colaboración entre nuestras hermanas y hermanos en
formación inicial. Ellos constituyen el futuro de la
gran Familia Franciscana y ellos serán los futuros
agentes de Pastoral Juvenil Vocacional. Si ya desde el
inicio crean en un clima de fraternidad y de estrecha
colaboración, como por otro lado vosotros hacéis, luego
todo será más fácil.
Quiero terminar dándoos las gracias por haberme invitado
a compartir con vosotros mi experiencia en este servicio
de Pastoral Juvenil Vocacional franciscana. Pido a
Francisco y a Clara que os iluminen y guíen en vuestro
servicio de animación fraterna para que cada día vivamos
mejor nuestro carisma franciscano y así seamos atractivo
vocacional para muchos jóvenes.
¡Gracias!
Hno. Pedro Enrique Rivera, OFM Cap
Provincia de Valencia
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO POR GRUPOS
1ª Sobre la Pastoral Juvenil Vocacional Franciscana
“ad intra”:
¿Qué importancia tiene y cómo esta organizada la
Pastoral Juvenil Vocacional, de hecho, en tu Provincia?
¿Hay algún hermano/a dedicado exclusivamente a dicha
pastoral? ¿Existe un equipo de Pastoral Juvenil
Vocacional?
2ª Sobre la Pastoral Juvenil Vocacional Franciscana
“ad extra”:
¿Existen jóvenes y grupos juveniles “cercanos a nuestros
ambientes franciscanos” en tu Provincia? ¿Cómo crees
que nos ven y valoran? ¿Se les ofrece una pastoral
juvenil franciscana, que termine en una pastoral
vocacional franciscana?
3ª Sobre la Familia Franciscana:
¿Cómo podríamos vivir y manifestar mejor, en el
nuevo milenio, la unión entre toda la Familia
Franciscana? ¿Existe, en tu área, una cercanía y
colaboración entre los hermanos/as en formación inicial
en Pastoral Juvenil Vocacional? ¿Cómo y en qué podríamos
trabajar más unidos en Pastoral Juvenil Vocacional?
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