Toda persona de vez en
cuando se hace preguntas sobre su
origen, su existencia, el porqué de
algunas cosas y sucesos, en definitiva
intenta buscar respuesta a cosas
incomprensibles. Los filósofos piensan
que el origen y fundamento de todo está
en un ente metafísico; los científicos
opinan que todo procede del primer átomo
del universo; los creyentes hablan de un
Ser Superior al que llaman dios o
dioses; y nosotros, creyentes
cristianos, decimos y profesamos nuestra
fe en un sólo Dios, origen
y razón de todo, y afirmamos que
Dios llama a la vida, y que
somos fruto del amor de nuestros padres,
pero sobre todo del amor de Dios, pues
somos "imagen y semejanza de El".
Toda persona quiere
llegar a conseguir una madurez en su
vida, en sus comportamientos. El
problema es saber cuándo uno es
verdaderamente maduro. La verdad es que
la madurez perfecta no se logra nunca,
mejor dicho, a cada edad corresponde una
determinada madurez, de ahí que siempre
tengamos que estar buscando y trabajando
por ser maduros. Ahora bien, entre los
diferentes criterios para definir cuando
uno es maduro, podemos mencionar aquel
que califica de persona madura a la que
es capaz de afrontar un problema
personal e intentar solucionarlo, aunque
no logre solucionarlo, pero al menos lo
afronta e intenta resolverlo.
Una de las cosas más
importantes para llegar a dicha madurez
es que la persona sepa potenciar
sus valores y sus virtudes y
aceptar y superar sus defectos.
Es triste constatar como la mayoría de
las personas creen que tienen más
defectos que virtudes, más limitaciones
que valores. Esto es erróneo, pues toda
persona posee en sí misma muchas más
capacidades que limitaciones, más cosas
buenas que malas, es decir, es capaz de
vivir feliz y de resolver sus propios
problemas. Lo que sucede es que se nos
ha enseñado a ver lo negativo, lo que no
hacemos bien. Y por el contrario no se
nos ha enseñado a ver las cosas buenas y
los valores, lo positivo y noble que
tenemos. Y desde ahí, con sencillez y
humildad, agradecidos a Dios por todos
los dones recibidos, y recordando lo que
decía Santa Teresa de Jesús "La
humildad es la verdad", tenemos que
saber y querer potenciar nuestra vida
buscando ser maduros y felices.
Confiando plenamente en nuestras
posibilidades, mirando hacia adelante
con optimismo, y aceptando con
naturalidad nuestras propias
limitaciones, pues "la persona perfecta
no existe".
Veamos ahora algo sobre
los aspectos fundamentales de la
persona, aquellos que hacen que la
persona sea persona y que nos dicen como
comportarnos y vivir. Comenzamos viendo
el aspecto afectivo-sexual;
se refiere a la capacidad de la persona
de amar y ser amado. Es bueno que sepas
distinguir entre afectividad y sexo,
pues frecuentemente se confunden. Afecto
es la necesidad de querer y ser querido
que toda persona tiene. Y el sexo es,
además de la forma de ser y vivir
corporal, una manera de expresar,
compartir y vivir dicha afectividad,
pero no la única, y tal vez no la más
importante, aunque no deje de serlo. A
continuación afrontamos el aspecto
intelectual, que nos presenta
el derecho y la necesidad que toda
persona tiene a una formación integral,
a conocer todo aquello que le permita
pensar, expresarse y vivir como una
persona. Y finalmente tratamos el
aspecto espiritual, que se
refiere al cultivo y desarrollo de los
valores humanos y religiosos que toda
persona lleva dentro de sí. Por medio de
dichos valores sabe valorar lo bueno, lo
justo, lo noble, etc. todo aquello que
le hace ser cada vez más y mejor
persona.
Reflexión y
diálogo:
¿Cuál es tu
concepción de la
vida humana, de la
creación, del
universo, etc.?
¿Qué opinión tienes
de ti mismo, cómo te
valoras?
¿Cómo ves y vives
los diferentes
aspectos
fundamentales de la
persona?
 |