Vamos a ver ahora la vocación a la vida
religiosa, lo que comúnmente se conoce
como los frailes y las monjas, aunque no
sea exacto del todo. Intentaré ser lo
más esquemático posible para no caer en
la tentación de querer extenderme más de
lo aconsejado por ser está mi propia
vocación.
El religioso o la religiosa, aquí sí que
pueden ser hombres o mujeres, es un
cristiano que quiere seguir a
Cristo en una forma determinada
y concreta de vida. Aunque es verdad que
todos los cristianos queremos seguir a
Jesús, el religioso lo quiere hacer de
una forma radical y total. Y
especialmente lo hace viviendo su propia
vida con tres votos o unos compromisos y
viviendo en comunidad, en familia.
Empecemos hablando de los votos
religioso, y te quiero aclarar
rápidamente una cosa: los votos no se
tienen que vivir como algo negativo. No
es bueno ni sano a ningún nivel, humano,
cristiano y vocacional, plantearte esta
vocación desde una clave frustrante:
tengo que dejar, me prohíben, me quitan,
me mutilan, etc. Todo lo contrario, pues
así no tiene sentido ninguna vocación.
Más bien se tiene que plantear desde la
perspectiva de la generosidad y del
potenciar otras dimensiones de la
persona, aunque es verdad que en
ocasiones el mantenerse fiel a esos
votos cueste mucho. De ahí que la
vivencia de los votos se tiene que ver
como una entrega, una donación, una
ofrenda a Dios y a los demás. Sólo así
tienen verdadero sentido cristiano. Los
tres votos religiosos son pobreza,
obediencia y castidad. Veámoslos con un
poco de detenimiento.
La Pobreza, no consiste en
carecer de todo, sino más bien en no
tener nada propio y en
ponerlo todo al servicio de los demás.
Comúnmente se piensa que el voto de
pobreza significa no tener nada, y eso
no es cierto. Quiero explicarme de forma
clara y sincera. Empezaré por decirte
que hoy día se considera pobre a la
persona que carece de todo, o mejor
dicho quién no tiene seguro nada, ni la
comida, ni el vestido, ni un techo, ni
una asistencia sanitaria, ni siquiera
una amistad o familia. Pues bien, todo
eso nosotros, los religiosos, lo tenemos
seguro, por la sencilla razón de que
compartimos todo lo que tenemos entre
todos, y además velamos unos por otros
para que no nos falte nada de lo
esencial. Somos una gran familia y todo
lo tenemos en común. Por lo tanto
pobres, ni lo somos ni lo podemos ser.
Amigo, no quiero escandalizarte ni
hacerte daño, pero creo que debo decirte
clara y sinceramente que si quieres ser
pobre esta no es tu vocación, ni creo
que exista. Es más creo que Dios tampoco
quiere que exista ni la pobreza y mucho
menos los pobres, quiere que todos
tengan lo necesario para vivir una vida
digna y feliz. Por eso nosotros no
tenemos que “jugar a ser pobres”, por
respeto y solidaridad, por desgracia,
para con los que son pobres de verdad y
no pueden dejar de serlo. Ahora bien,
con la misma sinceridad y valentía por
mi parte, te diré, que si quieres ser
sencillo, servicial, austero,
sacrificado, entregar tu vida día a día
con generosidad por los demás, etc.
entonces esta si que es tu vocación y te
aseguro que “no te la terminarás”,
vivirás muchos años y siempre podrás ser
más sencillo, más austero, más
entregado, más sacrificado, más
generoso, más... En definitiva, no
apropiarte nada de nada de lo que
tengas, ni material, ni personal, ni
espiritualmente. Así si que puedes vivir
la pobreza, y te aseguro que merece la
pena de verdad.
El voto de Obediencia,
consiste en vivir en una actitud de
disponibilidad total, tanto a
los superiores como a todas las
personas. La obediencia no esta reñida
con la libertad. Te lo explico con un
pequeño juego de palabras o ideas que me
gusta mucho: “El religioso es tan libre
que hace con su libertad lo que quiere”.
Es decir, a ninguno de nosotros nos han
obligado a ser religiosos, libremente
hemos optado por esta vida y por vivir
sus características. Por lo tanto
ponemos nuestra propia libertad a
disposición de otra persona, en este
caso otro hermano religioso, elegido
democráticamente por nosotros, y que
hace las veces de superior por un
espacio de tiempo, para que sea él, en
un diálogo fraterno, quien anime,
coordine, organice y decida sobre
nuestra vida. Amigo, se ahora tu muy
sincero contigo mismo: todos, cada uno
en nuestra vida, tenemos que “obedecer”
a alguien o a unas normas, a unas
orientaciones, etc. para que podamos
funcionar personal, familiar,
profesional y socialmente y por eso no
perdemos nada de nuestra propia
libertad. Además, te diré que la
obediencia en la vida religiosa actual
no es como antiguamente, hoy día los
superiores preguntan, dialogan, se
aconsejan y al final, es cierto pero
también lógico, tienen que decidir, pero
por encima de todo buscan el bien de los
hermanos y no tanto de las estructuras y
de las obras.
Veamos ahora el voto de Castidad.
Diciendo desde el principio que lo más
fundamental de él es la vivencia de la
afectividad, y no exclusivamente la
sexualidad, aunque también. El voto de
castidad es para vivir un amor
universal a todos. Esto es lo
principal y esencial. Si le entregamos a
Dios la posibilidad de formar una
familia es para querer a todos, para no
exclusivizarnos en un pequeño grupo
familiar. Esta es la verdadera riqueza
de la castidad religiosa. Lo importante
es la castidad del corazón, el querer
amar y servir a todos. La afectividad es
la capacidad de amar y ser amado, y esta
es irrenunciable para toda persona. El
religioso lo que pretende y busca con
todas sus fuerzas es amar a Dios y todas
las personas en general, y también, y es
cierto, sentirse querido por Dios y los
demás. Amigo, te estarás preguntando por
que no he hablado en primer lugar de la
sexualidad, comúnmente tan relacionada
con la castidad. Lo voy a hacer y con
claridad, pero estoy convencido que lo
mismo que en cualquier persona la
sexualidad, incluido lo genital, no es
lo más esencial, aunque sea importante,
igual pasa con los religiosos. Me
explico. El voto de castidad supone
también la entrega gozosa y generosa de
la vivencia activa y consciente de la
propia sexualidad. Pero sin sentirse
castrados ni incapaces. Las leyes de la
naturaleza siguen vivas y normales para
toda persona, y por supuesto también
para el religioso. De ahí que la
castidad tenga que vivirse, con
esfuerzo, pero con normalidad,
equilibrio y serenidad. De lo contrario
esta no es tu vocación. Pero quiero que
comprendas algo muy importante sobre el
voto de castidad: si uno es muy fiel en
lo sexual, pero infiel en lo afectivo,
está fallando a lo esencial del voto.
Cuando se entrega una parte tan
importante de la persona es para
potenciar la totalidad de ella. Pues
entonces si que estaríamos “castrados”.
El religioso entrega a Dios una
determinada manera de vivir su
afectividad-sexualidad, pero para
potenciar fielmente y con radicalidad
otra forma más universal y espiritual de
la misma. Siempre hasta la muerte
seguiremos siendo hombres y mujeres,
capaces de amar y ser amados, en todas
las dimensiones afectivas y sexuales,
pero hemos optado, con la ayuda de Dios,
a vivir una castidad íntegra y fiel,
amplia y generosa, y no sólo genital
como generalmente se piensa.
Quiero terminar diciéndote que el
compromiso de vivir los votos se va
haciendo de forma progresiva, poco a
poco, para ir experimentando y
madurando, es decir, en un principio se
hacen por un determinado tiempo, uno año
o varios, los llamados votos temporales.
Para finalmente, cuando uno está
totalmente seguro de su opción
vocacional, se hace para toda la vida, o
sea, los votos perpetuos. Ahora bien, lo
mismo que cuando te hablé de la vocación
sacerdotal, te decía que el sacramento
de orden imprime carácter, es decir,
sacerdote para siempre,
independientemente de ejercer o no como
tal, en el caso de la vida religiosa no
es para siempre. Dado que los votos
religiosos no son un sacramento, sino
una promesa, muy importante cierto, pero
un solo un compromiso personal que uno
hace ante la comunidad cristiana, y que
los superiores aceptan en nombre de
Dios, si por cualquier circunstancia de
la vida se quiere dejar la vida
religiosa, se pide a la Iglesia, por
medio de los superiores la suspensión de
dichos votos, lo que llamamos la
dispensa de los votos.
Disculpa que me este haciendo un poco
extenso en este panel pero lo he creído
necesario. Ahora quiero comentarte la
otra característica esencial de la
vocación religiosa, y es la de que todo
se tiene que estar viviendo en
comunidad, es decir, en familia,
entre hermanos. Los religiosos no
podemos vivir solos, aislados. Una
característica fundamental de nuestra
vocación es la vida comunitaria. Te diré
que como todo en la vida tiene sus pros
y contras. Lo mejor es el vivir y
constituir una verdadera familia, a la
que te incorporas cuando entras a formar
parte de la una Orden o Congregación
religiosa. Es algo así como “vivir en tu
nueva familia”. No se renuncia a la
familia de origen, a la de sangre, por
llamarle de alguna manera, pero
adquieres otra en la fe y en la
vocación. Y por otro lado la mayor
dificultad es saber convivir con los
nuevos hermanos, acertar, respetar y
querer a cada uno tal y como es. Esto si
que es verdaderamente difícil. Y
simplemente por la razón de que los
hermanos que formamos una comunidad
religiosa no nos escogemos nosotros
mismos, sino que son los superiores
quienes forman las familias, eso si
intentando crear un ambiente de mutua
aceptación y familiaridad, no siempre
conseguida entre todos. Yo te diría, que
por un lado es lo más difícil de la
vivencia de la vocación religiosa, pero
por otro lado es lo mejor, es saber que
tienes una familia de hermanos unidos
por una misma vocación.
Reflexión y
diálogo:
¿Qué visión tienes
de los votos en
general?
Los tres votos o
promesas: ¿Qué
opinas de cada una
de las
explicaciones?
¿Qué importancia le
das a la vida de
comunidad o
fraternidad?
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