Mientras Francisco
vivía solo las cosas eran más fáciles,
es lógico. Pero cuando comenzaron a
llegar nuevo hermanos y a crecer la
fraternidad las cosas se complicaron. Lo
primero que había que descubrir era lo
que Dios esperaba de ellos. Y por eso
Francisco se me preguntaba cómo debían
vivir, pero nadie le daba respuesta.
Entre otras cosas, por que lo más normal
era entrar en una de las Ordenes
religiosas existentes. Pero esto a
Francisco no le convencía. Él sentía que
Dios le pedía algo distinto, algo nuevo.
Un día, Francisco y
los demás hermanos, fueron a la iglesia,
como de costumbre, pero esta vez tenían
un interés especial. Querían que
el Señor les revelara su vocación.
Querían saber cómo tenía que ser su
nueva vida. Así que, sin más preámbulos,
y al más típico estilo de Francisco, es
decir, con total, y casi ingenua,
confianza en Dios, cogieron el libro de
los Evangelios y abriéndolo al azar,
encontraron el pasaje que decía:
"No llevéis nada para el camino: ni
bastón, ni alforjas, ni zapatos, ni
dinero, ..." (Lucas 10,4) A lo
que Francisco exclamó, contento y
seguro, está es nuestra vocación. Esta
es nuestra forma de vida.
|